De un escopetazo en la boca, apareció muerto a las 13 hs del 21 de mayo de 1988 en su Estancia de Entre Ríos, Alfredo Yabrán. Dueño de una fortuna de 600 millones de dólares. Estaba prófugo de la Justicia y su suicidio ocurrió minutos antes de ser detenido.
El presidente Carlos Menem rehusó formular comentarios". "En su nombre, el secretario de Medios de Comunicación, Raúl Delgado, descartó que el hecho hubiera causado impacto alguno en el ámbito del Poder Ejecutivo. "Es una cuestión policial y judicial", sostuvo”.
El controvertido empresario era también una pieza clave en el ríspido enfrentamiento que mantenían el presidente Carlos Menem y el gobernador bonaerense Eduardo Duhalde por la sucesión presidencial, que debía resolverse el año siguiente.
Por la mañana, el vocero de Yabrán, Wenceslao Bunge, había acusado al gobernador Duhalde de querer convertir al millonario "en la segunda víctima, después de José Luis Cabezas, de la maldita policía bonaerense”.
Otro archienemigo de Yabrán, y también de Duhalde, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, en su momento lo acusó de ser el jefe de la mafia en la Argentina. Cavallo pidió que se desmantelara "el sistema de impunidad del que participan miembros de la Justicia federal, de las fuerzas de seguridad y de los poderes Ejecutivo y Legislativo", sectores a los que relacionó directamente con "la organización criminal" de la que responsabilizó a Yabrán.
Curiosamente la "opinión pública" nunca fue convencida de la muerte Yabrán. El diario Página 12, al año de su suicidio, y como testimonio de que la gente no creía aùn en su muerte, hizo un trabajo periodístico de esclarecimiento que no dejaba duda por cubrir. Yabrán se había suicidado. Estaban todas las pruebas. ¿Por qué entonces la gente todavía hoy no se convence? He aquí una veta por donde entrar hacia la falla profunda de la geografía ética que predomina en la opinión pública.
La gente cree que el suicidio fue fraguado y que el hombre de los 600 millones disfruta de su dinero con nombre cambiado, tirado en alguna playa lejana. Es una necesidad imperiosa salvarle el sentido al dinero de Yabrán. Pareciera que no es posible pensar que el poder y el dinero llevan también a la destrucción del que lo tiene. Es que la idea de que el dinero lo puede todo, es un mito fundacional de la sociedad mercantilista e insolidaria en la que vivimos.
Sin la aceptación de los hechos, la gente se pierde el análisis de la verdadera naturaleza de los interrogantes. Eso habla de la ética imperante. De una ética sostenida por millones de individuos atávicos, aferrados a mitos irrenunciables, seguidores de conceptos de poca monta adornados por frases hechas sin rigor.
Curiosamente, la misma gente no es atacada de la misma incredulidad como en el caso Yabrán, sino de impiadosa indiferencia por las víctimas, cuando los muertos son una saga de 26, entre suicidios, muertes dudosas, y extrañamente casuales, que ocurrieron durante el Gobierno de Menem, en relación con testigos y declarantes de Causas que afectaban al Ejecutivo.
Esas Causas eran Ibm-Banco Nación, Lavado De Dinero, Armas, Aduana Paralela, Caso Cabezas, Marta Meza, Amia, Carlos Menem Junior, Antonio Palermo, Sonia Álvarez, Divorcio Menem Yoma. Esos 26 muertos fueron legalmente consignados por 6 Suicidios, 7 Muertes Dudosas, 3 Muertes Súbitas, 3 Accidentes, 6 Homicidios y 1 Desaparecido.
Por no querer derribar el mito de que el dinero todo lo puede, la gente se pierde de saber que las relaciones irregulares tienen su ética interna, una ética mucho más fuerte que la pública, que dirime los conflictos en los Tribunales. Los conflictos de las relaciones de negocios irregulares no se resuelven en los Tribunales. Por eso el que incumple una palabra es demandado con su vida.
La ética, en los negocios irregulares se establece como vínculo solidario entre los individuos comprometidos en esos negocios. Si un individuo es descubierto públicamente, se sabe que arrastra a los demás en una cadena. Ese individuo sabe que a los demás sólo les queda hacer que él desaparezca. Y que de ser personajes públicos a los que mancha, tendrán suficiente poder para hacerlo desaparecer, sumado a la necesidad absoluta. El suicidio es para este individuo, la única posibilidad real que le queda.
Si Yabrán se mató es porque lo iban a matar adentro de la cárcel, y es porque comprometía a grandes personajes que no pensaban caer con él en cadena. Yabrán tenía que suicidarse. Y lo hizo.
De la misma manera, los negocios irregulares de Juan Duarte, salpicaron a Perón, por su vínculo familiar. Si Juan Duarte no hubiera estado emparentado con Perón, como funcionario de cuarta que era Juancito, se le hubiera exigido la renuncia al cargo y sometido a investigación, con lo que Perón como cualquier presidente, se hubiera desligado del problema sin mancharse.
El vínculo familiar en la función estatal, aparece como un vínculo irregular. Si cae uno arrastra al otro. Perón iba a ser arrastrado indefectiblemente por Juan Duarte. La muerte de Juan Duarte era la solución, y lo fue. La gente piensa que Perón lo mandó matar. Juan Duarte habrá pensado también que Perón podía hacerlo, o tal vez Perón le dio la orden de que lo haga. La lógica dice que Juancito, como cualquiera en su lugar, consideraría mejor suicidarse que ser hombre muerto por un tercero cuando esas eran las dos únicas posibilidades que le quedaban.
Eva Row
Eva Row
2 comentarios:
Excelente monstruo
La concha de tu madre judía de mierda.
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