Por fin le llegó la hora a la Policía Federal.
Esta Policía, históricamente cebada por las mañas de los caudillos conservadores, se forjó como institución rastrera al servicio del poder de los amigos que le tiraban prebendas a los comisarios a cambio de algún "favorcito" manchado de sangre.
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Don Venancio Bermúdez se sube al coche y le dice a su cochero Benigno que lo lleve a la Comisaría de Roldán. El cochero se saca el sombrero, lo saluda, y le dice:
-¿Y doctor, ya consiguió el trabajo que le pedí para mi cuñado?
-Sí mi amigo, le conseguí trabajo de Inspector de Escuelas, lo único que tuve a mano- contestó Don Venancio.
-¡Pero Don Venancio, si le dije que mi cuñado no sabe leer ni escribir! dijo alarmado el cochero Benigno.
-No se preocupe Benigno, los que tienen que saber leer y escribir son los alumnos, lléveme a la Comisaría, por favor- dijo Don Venancio a Don Benigno, su cochero.
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-Buenas tardes, Comisario- dijo Don Venancio Bermúdez, Senador de la Nación.
-¡Buenas tardes doctor ! ¿Qué lo trae por acá? ¿A qué debo el gusto?¿Cómo puedo serle útil?- contestó nerviosamente el Comisario Crisóstomo Roldán, mientras se ponía de pie frente a la presencia impactante de Don Venancio Bermúdez, que sólo venía a verlo en ocasiones de preocupación.
-Vea mi amigo...- dijo Don Venancio el Senador. Después hizo largo silencio pensando cómo iba a decirle lo que necesitaba, caminando alrrededor de la oficina del Comisario, mirando el piso de parquet de roble, madera por madera. El Comisario aprovechó para sacudirse las mangas del uniforme por miedo a que tuvieran alguna pelusa.
-Vea mi amigo, necesito un favor. Que me lo haga borrar del mapa a un infeliz- dijo el Senador Bermúdez.
Los ojos del Comisario se le fueron para atrás en el tiempo, recordando todo lo que obtuvo del favor anterior que le hizo a Don Venancio. Esta vez no iba a arrepentirse de haberle pedido tan poco. Esta vez quería un nombramiento en el Senado para el hijo, además de los buenos pesos con los que se compró la casa de la calle Victoria. El corazón se salía para afuera. De los labios le caía la baba de la ambición.
-Diga no más el nombre del infeliz, dónde vive y cuándo quiere que lo borremos del mapa- contestó amorosamente el Comisario.
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Núcleo subterráneo de la hipocresía nacional, la Policía dijo siempre representar "la ley y el orden", mientras en realidad fue siempre un escuadrón bastardo de delincuentes vestidos con uniforme de vigilante. Si los militares fueron el brazo ejecutor de los caprichos políticos de la oligarquía, la Policía fue la que le hacía la tarea sucia, la que se manchaba las manos de sangre. Los milicos fueron los ejecutivos políticos de la empresa de los Martinez de Hoz y compañía. Los policías fueron los que les barrían la basura abajo de la alfombra. Fueron los lacayos, los bedeles, los sirvientes que los patricios saludaban con la mano enguantada para no contagiarse alguna enfermedad.
Cebados también en la sangre de los inmigrantes huelguistas de los años 30, de los peronistas después del 55, y de los comunistas todo el tiempo, llegaron a su consagración final durante el Gobierno de Videla. Allí tuvieron a toda la población a su merced. Mercenarios sin consciencia de clase y sin aristocracia, mordieron la carne de cualquiera que le venía a la mano, y se llenaron de plata, y ocuparon departamentos vacíos que dejaban los secuestrados, entraban y salían de las casas, llevándose todo lo que querían, desde el televisor hasta los platos de loza.
Y quedaron como mano de obra desocupada asolando a los hijos de los ricos, secuestrándolos y pidiendo gruesas sumas, mientras los padres de los hijos secuestrados por policías, por ser ricos y estúpidos pedían la baja de la imputabilidad de los menores y el aumento de poder a la Policía.
Difícil es domesticar a perros Doberman que probaron carne humana. Miran al Presidente con un guiño de ojo, como socio mayor de los negocios corrientes, o lo miran con desprecio como a un intruso que de qué se las dá si no respeta los negocios de la Policía. Pobre de él si se viene con la purga, le tiran un muerto y se le acabó el período. Y si fueran zurdos, están listos, pobrecitos.
Por eso más que nada Néstor no quiso reprimir. No porque no hubiera necesitado hacerlo en ciertos casos, cuando tuvo que llamar a la Gendarmería. Sino porque sabía que la Policía se la iba a tener jurada. Ahí estuvo la Policía amparando el asesinato de Ferreyra. Ahí estuvo la Policía el otro día pateando un tipo caído, como para que lo vean las cámaras. Señal clara. Al gil lo mandaron patear y obedeció. El que le dio la orden se lava las manos, pero sabía lo que hacía.
El 14 de noviembre de 1909, Simón Radowitsky asesinó a Ramón Falcón.
Ahora viene Nilda Garré, con la ley en la mano, con el mismo temple que Radowitsky, a defenestrar la fidelidad al amo marginal, a someter a la Policía Federal a su legítimo amo: el pueblo argentino. Y lo hará sin disparar un solo tiro.
Se espera que defenestre a Néstor Valleca y Jorge Oriolo, los jefes de la Policía Federal Argentina, últimos baluartes de la vieja policía, que cambiará para siempre. Eso se consolida si ganamos las elecciones del período que viene. Si no, todo perdido. Pero vamos a ganar. Y la Argentina va a dar el gran salto.
El Cels, que preside Horacio Verbitsky, festejó con euforia y esperanza, e hizo el siguiente comunicado:
Una Oportunidad Histórica:
El Acuerdo para una política de Seguridad Democrática (ASD) que los firmantes promovemos desde diciembre de 2009 surgió con el objetivo de consolidar un espacio de debate y elaboración de propuestas para abordar el problema de la inseguridad. Frente al fracaso de los planteos de mano dura y los discursos demagógicos autoritarios, el ASD sostuvo desde sus inicios la necesidad de garantizar un abordaje democrático de las políticas de seguridad y una gestión profesional y eficiente.
Desde esta perspectiva, la creación del Ministerio de Seguridad representa una oportunidad histórica para llevar adelante reformas destinadas a garantizar la conducción política del sistema federal de seguridad, que fueron postergadas desde la recuperación de la democracia. La alianza multisectorial que integra el ASD y el trabajo realizado por los especialistas con experiencia en gestión, académicos, organizaciones de la sociedad civil y referentes de todas las fuerzas políticas que adhieren a este programa de seguridad representan hoy el espacio desde donde nutrir y sostener los cambios que requiere esta nueva etapa.
Las dimensiones de la tarea que enfrenta el nuevo Ministerio son múltiples. Sus prioridades deben orientarse a poner fin al autogobierno de las fuerzas de seguridad, en particular de la Policía Federal, que representa una amenaza permanente para el sistema democrático y a encontrar soluciones inmediatas y perdurables para las legítimas demandas de la sociedad, a partir del desarrollo de políticas multiagenciales y de una eficaz coordinación a nivel federal, provincial y local.
Una reforma de este tipo requiere partir de un diagnóstico situacional apropiado acerca de las modalidades de la violencia y el delito, como el que propusimos en el proyecto de ley de creación del Observatorio Nacional. Para generar esas transformaciones será necesario, además, dotar de capacidad técnica y política a dependencias estatales como la actual Secretaría de Seguridad Interior, la Dirección Nacional de Política Criminal, la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal y el Consejo de Seguridad Interior, que se integrarán al nuevo Ministerio. A esto se deberá sumar la creación de un área dedicada al control interno y externo del desempeño de las fuerzas de seguridad.
La sucesión de hechos de violencia policial de los últimos meses es una clara muestra de la crisis del sistema de seguridad y del fracaso de las formas de autogestión de las fuerzas policiales, tanto a nivel nacional como provincial. El asesinato de tres personas en el conflicto por la ocupación del Parque Indoamericano en Villa Soldati; las cuatro ejecuciones de jóvenes por parte de la policía rionegrina; el asesinato de un indígena toba en Formosa; y el crimen de Mariano Ferreyra a manos de una patota sindical ante la inacción de la Policía Federal, ponen de manifiesto la necesidad de impulsar sin más demora reformas sostenidas que se extiendan a todo el país.
Gastón Chillier, director ejecutivo del CELS.
León Arslanian, ex ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
Marcelo Saín, ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.
Alejandro Mosquera, secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria.
Alberto Binder, vicepresidente de INECIP.
Enrique Font, secretario de Seguridad Comunitaria de la provincia de Santa Fe.
12 comentarios:
Eva, es cierto que muchos están "sebados" o sea llenos de sebo por no complir con su trabajo. otros están "cebados" por el poder...
gracias, ya está corregido
Eva: tu texto de hoy es genial muchas gracias por darnos aire nuevo sobre un tema delicado y grave: la policía y su historia de "perros Doberman", ese señalamiento tuyo es de bastos alcances pues los "Doberman" fueron una construcción artificial hecha por los humanos, de ahí su peligrosidad. Tener una policía de otro orden será una tarea en la cual cada quien tiene lugar para participar, por ejemplo, acompañando a Nilda pues, además seremos beneficiarios directos de ese cambio que anhelamos. Un saludo
Muchas gracias Alberto
En la película "adelante Brasil", uno de los policías que estaba recibiendo el entrenamiento de los "asesores norteamericanos" comenta con orgullo:
"los gobiernos van y vienen, pero la policía permanece"
Por eso es peligroso que la policía se sienta una casta distinta del pueblo que debería defender...
Gestión de mujeres y mujeres que saben gestionar: Cristina, Marcó del Pont, Nilda Garré y ahora Caamaño. No es frecuente tener tanta capacidad e inteligencia juntas. Por lo menos, es lo que creo yo.
Beso, Ana
Ana. perdoname pero la ¡¡Caamaño!!
Anita, tesoro, por favor decí que lo de la "Caamaño" es un chiste.
No confundan a la fiscal Caamaño con la mujer de Barrionuevo
Marcelo
Que grande reivindicando a la figura de Simon!!! un luchador del pueblo que supo tomar en su mano la justicia que el pueblo exigia....
Gracias eva por traer a la actualidad viejos heroes anonimos!!!!
Ahora viene Nilda Garré, con la ley en la mano, con el mismo temple que Radowitsky, a defenestrar la fidelidad al amo marginal, a someter a la Policía Federal a su legítimo amo: el pueblo argentino. Y lo hará sin disparar un solo tiro.
Es una declaración más que optimista de la que me permito dudar. No se puede disciplinar el poder de fuego sin poder de fuego.
Pero bueno, ojalá me equivoque.
Además de la razón capitalista, el poder de fuego tiene la apuesta machista, pensálo. Aclaro, ser mujer no ampara de ser machista y rendirle culto al poder de fuego.
Por último, respecto a tu propio deseo de equivocarte, te digo (con sorna y alegría) "la boca se haga a un lao !!!"
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