Se llama Betanin. Yo no sabía quién era Betanin, hasta que Lucas me pidió en un post que no me olvidara de él. ¿Cómo podía olvidarme de algo que no sabía? Entonces Lucas me explicó que era el segundo en la lista después de Rossi. Y para explicar mejor quién es Betanin, mandó un link para su vieja República Unida de la Soja, donde lo describió el 15 de diciembre pasado, con esa pluma exultante y mágica. Desde que releí ese post, sí que no puedo olvidarme de Betanin. Si yo fuera Betanin, usaría ese post para mi campaña.
Irak
por Lucas Carrasco
Me acosté al amanecer, me quedé profundamente dormido. A una hora cruel, ponele las nueve, golpes fuertes en la puerta y voy, abro para ver a quién le debo plata, a ver si no es Juan Pascual que está enojado porque lo critiqué a Pino Solanas. Abro apenas, por las dudas, y casi arrancan la puerta y quedo en el piso tirado y tres hombres de negro, de corbata negra y anteojos negros me agarran del pelo que me queda y me gritan:
-¿Dónde está, oligarca, dónde está?
-No sé, ¿quién?
-Cantá, dale. ¿Dónde está?
-¿Quién? No sé, yo soy inocente. Soy socialista.
-Callate, ¿tenés campos, vos?
-Uh, no (ahí les capté la onda). Tengo un plan social. Les juro. Cuando sea grande quiero ser intendente del conurbano.
-Mentira, decí dónde está.
-De verdad, lo puedo demostrar. Allá está la tarjeta de cobro del Plan Trabajar- señalé la mesa. Una botella de Fernet, que tomo con soda. Mi perro Polémico, con mirada triste y haragán abajo, mascando la tarjeta. Uno de los monos, con un aro de oro, agarró la tarjeta. La Ballestrini Cards. Me soltaron.
-Si lo ves, llamanos-me dijo el otro, y me tiró una tarjeta, con solamente un número de teléfono de una oficina. Eran del Observatorio de Medios de la UBA. Pasaron por la habitación, abrieron la ventana y salieron. Trepando los techos. Escuché que la vecina gritó dolorida.
Yo pensé en un café, en una aspirina, en fin, reflexiones matinales. Lo miré a Polémico, que con sus ojos haraganes –nunca ladró, siquiera, perro inútil- me miraba y contemplaba a un cobarde. Uf. Demasiado por hoy.
Me tiré en la cama, que es lo que hago cuando necesito reflexionar. Y estaba pensando, sobre el porqué no se entienden Agüero y Mesi en la delantera, cuando escucho unos golpes tímidos en el placard. Salto de la cama más rápido que un marido infiel, abro la puerta y lo veo. Acurrucado, con unas esposas en las muñecas, grilletes en los pies, sangrando en la frente.
Lo ayudo a levantarse.
-Hola-me dice
-Hola.
-Disculpá, vos…no eras….flaco?
-Sí, pero tanto acto, tanto choripán.
Es un periodista independiente. Me pide que no lo delate. Obvio, le digo yo. Podés irte tranquilo. Dejame 500 y me olvido de todo.
Y, por eso ahora, Polémico disfruta de un pedazo de lomo y el caracú que tanto le gusta, y yo de las papas fritas y la cocucha efervescente con la cafiaspirina salvadora, y miro Los Simpson y pienso qué difícil es vivir en este país, para los que tienen ética. En serio, Betanin, en serio.
Irak
por Lucas Carrasco
Me acosté al amanecer, me quedé profundamente dormido. A una hora cruel, ponele las nueve, golpes fuertes en la puerta y voy, abro para ver a quién le debo plata, a ver si no es Juan Pascual que está enojado porque lo critiqué a Pino Solanas. Abro apenas, por las dudas, y casi arrancan la puerta y quedo en el piso tirado y tres hombres de negro, de corbata negra y anteojos negros me agarran del pelo que me queda y me gritan:
-¿Dónde está, oligarca, dónde está?
-No sé, ¿quién?
-Cantá, dale. ¿Dónde está?
-¿Quién? No sé, yo soy inocente. Soy socialista.
-Callate, ¿tenés campos, vos?
-Uh, no (ahí les capté la onda). Tengo un plan social. Les juro. Cuando sea grande quiero ser intendente del conurbano.
-Mentira, decí dónde está.
-De verdad, lo puedo demostrar. Allá está la tarjeta de cobro del Plan Trabajar- señalé la mesa. Una botella de Fernet, que tomo con soda. Mi perro Polémico, con mirada triste y haragán abajo, mascando la tarjeta. Uno de los monos, con un aro de oro, agarró la tarjeta. La Ballestrini Cards. Me soltaron.
-Si lo ves, llamanos-me dijo el otro, y me tiró una tarjeta, con solamente un número de teléfono de una oficina. Eran del Observatorio de Medios de la UBA. Pasaron por la habitación, abrieron la ventana y salieron. Trepando los techos. Escuché que la vecina gritó dolorida.
Yo pensé en un café, en una aspirina, en fin, reflexiones matinales. Lo miré a Polémico, que con sus ojos haraganes –nunca ladró, siquiera, perro inútil- me miraba y contemplaba a un cobarde. Uf. Demasiado por hoy.
Me tiré en la cama, que es lo que hago cuando necesito reflexionar. Y estaba pensando, sobre el porqué no se entienden Agüero y Mesi en la delantera, cuando escucho unos golpes tímidos en el placard. Salto de la cama más rápido que un marido infiel, abro la puerta y lo veo. Acurrucado, con unas esposas en las muñecas, grilletes en los pies, sangrando en la frente.
Lo ayudo a levantarse.
-Hola-me dice
-Hola.
-Disculpá, vos…no eras….flaco?
-Sí, pero tanto acto, tanto choripán.
Es un periodista independiente. Me pide que no lo delate. Obvio, le digo yo. Podés irte tranquilo. Dejame 500 y me olvido de todo.
Y, por eso ahora, Polémico disfruta de un pedazo de lomo y el caracú que tanto le gusta, y yo de las papas fritas y la cocucha efervescente con la cafiaspirina salvadora, y miro Los Simpson y pienso qué difícil es vivir en este país, para los que tienen ética. En serio, Betanin, en serio.
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