(Continuación)
No fue tan rápido como acepté la realidad de tener que pagar coimas. A pesar de saber que los inspectores no venían a inspeccionar sino a ver cómo me podían sacar una coima, a pesar de eso, yo no daba el brazo a torcer.
Un sábado a la mañana llegó un Inspector. Revisó el local, miró para arriba, para los costados, golpeó las paredes (para ver si eran de madera hueca), miró el matafuego, revisó el certificado, los papeles de habilitación, el Libro de Actas y me dijo que quería ver el baño.
Entré con él al baño.
- Acá hay una estantería, están prohibidas las estanterías en el baño, tiene que sacarla.
- Pero… la estantería está en un nicho empotrada, y tiene artículos de limpieza, ¿tengo que dejar vacío el nicho, que hago con los artículos de limpieza?
- Ah no sé, las estanterías están prohibidas.
- Me niego a sacar esta estantería, es un absurdo.
- Si se niega la mando al Tribunal.
- Mándeme al Tribunal.
Antes de ir al Tribunal, pensé qué tontería absurda era pretender que sacara una estantería prolija donde guardo los artículos de limpieza en el baño. Alguien tenía que tener un poco de cerebro, caramba.
Entonces hice un plano del baño como si fuera un arquitecto, en papel de plano, primero a mano al lápiz y con escuadra, luego lo pasé con tinta china y plumín y borré la marca del lápiz.
Dibujé la vista del baño en perspectiva desde la entrada, también visto desde arriba, y en vista del interior hacia la estantería. Como hacen los arquitectos, en cada segmento lineal puse la dimensión en metros y centímetros, en medio de una recta de doble flecha a dos puntas, que marcan el comienzo y el final de una longitud.
Puse títulos, y números dentro circulitos unidos por una recta a los elementos dibujados. A esos números referían listas ordenadas escritas al costado de un margen, todo en letra de imprenta.
El título era “Plano y descripción de los Objetos que hay en el interior de mi baño”.
Una lista era “Objetos sanitarios”, cada uno referido a su número de orden: 1) Lavabo, 2) Inodoro. Otra lista era “Puertas”: 3) Puerta de acceso, 4) Puerta de comunicación entre el sector 1 (de lavado de manos) y el sector 2 (uso del inodoro). Luego venía la descripción gráfica del nicho vacío y sus dimensiones, y después con el nicho ocupado por la estantería. La estantería tenía el número 5. Una lista describía los “Objetos contenidos en la estantería”: detergente, jabón en pan, jabón de tocador, lavandina, papel higiénico, cera para mosaicos, 2 baldes, trapos de piso, rejillas de algodón, polvo limpiador, etc.
El plano mostraba el movimiento de las puertas, indicado por un cuarto de círculo señalando el recorrido hacia donde se abrían y cerraban. Se veía bien que la puerta de entrada tapaba completamente la estantería y que ésta no producía interrupción en la circulación y el buen uso del baño por las personas humanas.
Me preparé toda esa mise en scène, y con mi Libro de Actas concurrí al Tribunal.
Otra vez los reos condenados sin defensa posible, uno sumado al otro al paredón y pase el que sigue y me toca a mí, y ¿qué tiene para alegar en su defensa?
-Señor Juez, le alcanzo un plano para que usted pueda corroborar las palabras que alego en mi defensa-. Yo hablaba con voz impostada y se hizo un silencio sepulcral. El Juez me miró.
-Como juez, usted está en condiciones de entender el espíritu de la ley, la intención que tuvo el legislador cuando la hizo, los inspectores en cambio, no tienen esa capacidad, tienen que obedecer a la letra muerta, sin espíritu.
Le pido que recupere el sentido que tiene la ordenanza de prohibir las estanterías en los baños. Es obvio que el sentido es impedir que se obstaculice el uso del baño, y de impedir que las mercaderías, que pueden ser alimentarias o inflamables, ingresen fuera del ámbito donde están cubiertas por el control del Estado, que es el espacio habilitado como local por aptitud y seguridad.
Observe por favor el plano, mire que la estantería no contiene mercaderías y que por estar empotrada no obstaculiza el tránsito humano y el uso de las instalaciones sanitarias.
El Juez asombrado extendió el plano y lo miró atentamente, lo cerró, hizo chas chas con el sello y dijo Sobreseída, y agregó: Esto es Cosa Juzgada, nadie puede molestarla más sobre este asunto, tome nota del número de la Causa y muéstreselo a cualquier Inspector que vuelva sobre el tema.
Me fui contenta con mi Libro de Actas, como si le hubiera pegado varias piñas al idiota del sábado, pero preocupada porque había perdido media jornada de trabajo. Esto tampoco me sirve, me dije, tengo que resignarme y ponerles los billetes. La próxima, me pongo.
(Continuará)
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