Cuando era alumna de la Escuela 14 de mi barrio de Chacarita, todas las fechas patrias eran un motivo de emoción muy grande para mí.
Foto: Chacho Álvarez en el año 1955,
igual que yo, estaba en 1º superior
Yo era muy sensiblera y me emocionaba en serio con toda aquella celebración ritual. Nótese que estamos hablando del año 1954, en el que casi nadie tenía televisión y los chicos éramos de una inocencia que los chicos de hoy no podrían imaginar.
En mi casa se vivía la inserción del inmigrante, mis padres eran polacos. Se vivía además la tragedia del Holocausto, la tragedia de ser judíos, de ser distintos en un mundo que según mis padres siempre nos sería hostil, siempre debía generarnos desconfianza.
Pero en la Escuela yo encontraba el ámbito para la radicación emocional de mi pequeña persona en este suelo, donde se me daba educación de la mejor, donde salvo un pequeño período en el que se dió la materia religión católica y a mí el cura me sacaba al patio, nunca se me hizo sentir diferente.
En la Escuela se conjuraban las heridas exportadas de Europa que trajeron mis padres en sus valijas y que me trasladaban a mí. Mis padres no tenían idea, pero el mío era un mundo distinto al de ellos, un mundo mejor, la Escuela me lo proveía.
En la Escuela, que yo adoraba, me regalaban los mitos de fundación de la Patria, y se me convidaba generosamente a sentirlos como propios. Y me sentía agradecida, tenía conciencia de ello.
Yo, por lo tanto, a diferencia de mis padres, era argentina, y había aprendido a sentirlo a través de la celebración de los mitos como el 25 de mayo y el 9 de julio, de la reverencia hacia los hombres que habían vivido en el tiempo de la fundación, y a la veneración de los símbolos como la bandera, la escarapela y el himno.
Cuando fui a la primaria, las fiestas no se corrían como ahora para hacer un feriado largo y favorecer al turismo, no. En ese tiempo una cosa así hubiese sido pensada como sacrilegio despreciable. El día de la fecha de conmemoración o de fiesta patria, ese día era siempre Feriado Nacional, aunque fuera miércoles. Y los chicos igual teníamos que ir a la Escuela, a eso de las 9 de la mañana, cuando empezaba lo que llamábamos el "Acto".
Nadie faltaba al Acto. Faltar era cosa grave, se penaba con doble falta. Y no faltábamos además, porque nuestros padres no lo hubieran permitido. Para ellos, nuestra fiesta era también algo valorado y venerable. Ellos sentían que la tarea educativa debía ser apoyada fervorosamente desde el hogar, que maestros y padres estaban en una tarea conjunta. ¿Faltar al colegio en un día de Acto? de ninguna manera, diría cualquier madre, que se lucía con el guardapolvo blanquisimo, especialmente lavado, almidonado y planchado tablita por tablita "a filo" para la Fiesta. Los guardapolvos tenían tablitas. Primero fueron chiquitas y muchas, después se hicieron más anchas para hacer la tarea de las madres más fácil. Luego desparecieron del todo. Las chicas teníamos que hacernos un moño de cinta de seda blanca en la cabeza. La cinta también era planchada por mamá.
Y al Acto también estaban invitados los padres por supuesto, que iban a la Escuela y hacían de público. Los Actos se hacían en el patio, al aire libre, muertos de frío la mayoría de las veces porque las fechas patrias caen en tiempo frío. Se colocaban gradas contra las paredes para que los chicos estuviéramos subidos a ellas. El piano se sacaba de la sala de música al patio.
Los Actos eran muy solemnes. Todos estábamos ungidos de fervor patriótico. Se cantaba el Himno Nacional Argentino a viva voz, mientras la maestra de música luchaba contra el piano desafinado y su poca hablidad pianística suplantada con el esfuerzo denodado de castigar las teclas indómitas.
Siempre había una representación teatral, una pequeña obra de teatro escrita por una maestra, donde se escenificaban cuestiones de época. El escenario era un tinglado de madera, un verdadero teatro. Allí, los alumnos con dotes actorales representábamos la obra que habíamos ensayado por semanas. A mí siempre me llamaban, tanto a representar como a declamar, que eso también se hacía. Uno se estudiaba alguna poesía y la "declamaba". El público aplaudía.
Se izaba la bandera, se cantaba el Himno y alguna maestra hacía un discurso hablando de la conmemoración, de una fecha histórica o exaltaba la vida de lo que llamábamos un prócer.
Cuando terminaba la fiesta, la Cooperadora repartía alfajores a cada chico. Antes del mediodía terminaba el Acto y todos a disfrutar del feriado a sus casas. Al día siguiente, de nuevo a la Escuela.
Por supuesto, cuando digo Escuela digo Escuela Pública. Las pocas Escuelas Privadas que existían eran para los "burros" como les decíamos antes sin piedad a algunos chicos que no estudiaban. La Escuela Privada era para los expulsados por mala conducta, para los que repetían de grado, cosa que era una verguenza tan enorme que cada afectado guardaría como secreto para toda la vida.
Hasta aquí la remembranza.
Luego, en la vida de adultos, vino el análisis retrospectivo de lo aprendido en la Escuela y vino la reformulación de los mitos sobre próceres y sobre el significado de las fiestas patrias.
Hoy veo a San Martín con otros ojos, a Sarmiento, a Rosas, a Belgrano. Ya no me parecen semidioses, veo a cada uno como un hombre de carne y hueso. A algunos aprendí a valorarlos más todavía de lo que me enseñaron, a otros a bajarlos del pedestal. Valoro lo que me importa de cada uno. Pero no los he destruído con una granada de mano, resentida porque me han mentido.
Todos ellos pertenecen al universo de mi infancia, que junto a los Reyes Magos, el Cisco Kid que empezó en la televisión, el Llanero Solitario, Rin Tin Tin y el niño soldado Rosty, y Jeff Miller el dueño de Lassie y su amigo el gordito Porky, y Tom Sawyer de Mark Twain, poblaron el mundo infantil de ilusiones, como debe ser.
Las Fiestas Patrias son más para los chicos que para los grandes. Ellos están aprendiendo a vivir. No hay otra forma de formarlos. ¿Díganme cómo?
Foto: Chacho Álvarez en el año 1955,
igual que yo, estaba en 1º superior
Yo era muy sensiblera y me emocionaba en serio con toda aquella celebración ritual. Nótese que estamos hablando del año 1954, en el que casi nadie tenía televisión y los chicos éramos de una inocencia que los chicos de hoy no podrían imaginar.
En mi casa se vivía la inserción del inmigrante, mis padres eran polacos. Se vivía además la tragedia del Holocausto, la tragedia de ser judíos, de ser distintos en un mundo que según mis padres siempre nos sería hostil, siempre debía generarnos desconfianza.
Pero en la Escuela yo encontraba el ámbito para la radicación emocional de mi pequeña persona en este suelo, donde se me daba educación de la mejor, donde salvo un pequeño período en el que se dió la materia religión católica y a mí el cura me sacaba al patio, nunca se me hizo sentir diferente.
En la Escuela se conjuraban las heridas exportadas de Europa que trajeron mis padres en sus valijas y que me trasladaban a mí. Mis padres no tenían idea, pero el mío era un mundo distinto al de ellos, un mundo mejor, la Escuela me lo proveía.
En la Escuela, que yo adoraba, me regalaban los mitos de fundación de la Patria, y se me convidaba generosamente a sentirlos como propios. Y me sentía agradecida, tenía conciencia de ello.
Yo, por lo tanto, a diferencia de mis padres, era argentina, y había aprendido a sentirlo a través de la celebración de los mitos como el 25 de mayo y el 9 de julio, de la reverencia hacia los hombres que habían vivido en el tiempo de la fundación, y a la veneración de los símbolos como la bandera, la escarapela y el himno.
Cuando fui a la primaria, las fiestas no se corrían como ahora para hacer un feriado largo y favorecer al turismo, no. En ese tiempo una cosa así hubiese sido pensada como sacrilegio despreciable. El día de la fecha de conmemoración o de fiesta patria, ese día era siempre Feriado Nacional, aunque fuera miércoles. Y los chicos igual teníamos que ir a la Escuela, a eso de las 9 de la mañana, cuando empezaba lo que llamábamos el "Acto".
Nadie faltaba al Acto. Faltar era cosa grave, se penaba con doble falta. Y no faltábamos además, porque nuestros padres no lo hubieran permitido. Para ellos, nuestra fiesta era también algo valorado y venerable. Ellos sentían que la tarea educativa debía ser apoyada fervorosamente desde el hogar, que maestros y padres estaban en una tarea conjunta. ¿Faltar al colegio en un día de Acto? de ninguna manera, diría cualquier madre, que se lucía con el guardapolvo blanquisimo, especialmente lavado, almidonado y planchado tablita por tablita "a filo" para la Fiesta. Los guardapolvos tenían tablitas. Primero fueron chiquitas y muchas, después se hicieron más anchas para hacer la tarea de las madres más fácil. Luego desparecieron del todo. Las chicas teníamos que hacernos un moño de cinta de seda blanca en la cabeza. La cinta también era planchada por mamá.
Y al Acto también estaban invitados los padres por supuesto, que iban a la Escuela y hacían de público. Los Actos se hacían en el patio, al aire libre, muertos de frío la mayoría de las veces porque las fechas patrias caen en tiempo frío. Se colocaban gradas contra las paredes para que los chicos estuviéramos subidos a ellas. El piano se sacaba de la sala de música al patio.
Los Actos eran muy solemnes. Todos estábamos ungidos de fervor patriótico. Se cantaba el Himno Nacional Argentino a viva voz, mientras la maestra de música luchaba contra el piano desafinado y su poca hablidad pianística suplantada con el esfuerzo denodado de castigar las teclas indómitas.
Siempre había una representación teatral, una pequeña obra de teatro escrita por una maestra, donde se escenificaban cuestiones de época. El escenario era un tinglado de madera, un verdadero teatro. Allí, los alumnos con dotes actorales representábamos la obra que habíamos ensayado por semanas. A mí siempre me llamaban, tanto a representar como a declamar, que eso también se hacía. Uno se estudiaba alguna poesía y la "declamaba". El público aplaudía.
Se izaba la bandera, se cantaba el Himno y alguna maestra hacía un discurso hablando de la conmemoración, de una fecha histórica o exaltaba la vida de lo que llamábamos un prócer.
Cuando terminaba la fiesta, la Cooperadora repartía alfajores a cada chico. Antes del mediodía terminaba el Acto y todos a disfrutar del feriado a sus casas. Al día siguiente, de nuevo a la Escuela.
Por supuesto, cuando digo Escuela digo Escuela Pública. Las pocas Escuelas Privadas que existían eran para los "burros" como les decíamos antes sin piedad a algunos chicos que no estudiaban. La Escuela Privada era para los expulsados por mala conducta, para los que repetían de grado, cosa que era una verguenza tan enorme que cada afectado guardaría como secreto para toda la vida.
Hasta aquí la remembranza.
Luego, en la vida de adultos, vino el análisis retrospectivo de lo aprendido en la Escuela y vino la reformulación de los mitos sobre próceres y sobre el significado de las fiestas patrias.
Hoy veo a San Martín con otros ojos, a Sarmiento, a Rosas, a Belgrano. Ya no me parecen semidioses, veo a cada uno como un hombre de carne y hueso. A algunos aprendí a valorarlos más todavía de lo que me enseñaron, a otros a bajarlos del pedestal. Valoro lo que me importa de cada uno. Pero no los he destruído con una granada de mano, resentida porque me han mentido.
Todos ellos pertenecen al universo de mi infancia, que junto a los Reyes Magos, el Cisco Kid que empezó en la televisión, el Llanero Solitario, Rin Tin Tin y el niño soldado Rosty, y Jeff Miller el dueño de Lassie y su amigo el gordito Porky, y Tom Sawyer de Mark Twain, poblaron el mundo infantil de ilusiones, como debe ser.
Las Fiestas Patrias son más para los chicos que para los grandes. Ellos están aprendiendo a vivir. No hay otra forma de formarlos. ¿Díganme cómo?
43 comentarios:
Eva, soy docente, celebro con orgullo este Bicentenario y te agradezco este post, que me trae recuerdos de mi propia infancia.
Tal vez sea una cuestión generacional. Yo, por razones de historia personal aprendí desde muy chico que los próceres son eso, proceres, construcciones ficcionales al servicio de los pensamientos dominantes de turno pero también aprendí que por debajo del cartón pintado y el papel maché hubo seres humanos de verdad que vivieron con mayor o menor pasión y libertad las épocas que les tocaron. También aprendí a valorarlos y que no hay verdades absolutas lo cual de ninguna manera significa necesariamente perdonar todo.
Muy buen post, Eva. Adhiero a lo escrito por Andreika y MC.
Algo hay de especial para mí en este festejo del Bicentenario, nunca me sentí tan llena de "fervor patriótico", quizá porque, entre otras cosas, veo que muchos antiK (obvio no es el caso de Lucas y de Marisol, ellos tienen otras razones) lo tratan con cierto desdén.
Hace un rato terminé de adornar mi balcón con 6 banderas argentinas. Ahora estoy pensando en agregarles cintas verdes ;).
Este es un Bicentenario que la oligarquía esperaba festejar sin Cristina, por eso tengo más ganas de festejarlo.
Muy lindo relato Eva.
Los que somos más purretes no conocimos nada de todo eso, nos parece como si estuvieran hablando de otra galaxia.
Hijos de la era de la información, sabíamos muchas más cosas de las que sabían ustedes, pero también nos hicimos más cínicos y desconfiados. Cambiamos inocencia por información, pésimo negocio.
Siempre me gustó escuchar las historias de la infancia de mis viejos y abuelos. En algunas cosas parece que me hablaran de ciencia ficción, y es triste.
saludos y gracias por el post!
Muy buen post. Según parece, su infancia y la mía fueron contemporáneas. Me alegro de estar viviendo este Bicentenario y coincido con Martha Burroughs y Ben en que el contexto político le otorga un significado especial. Felicidades.
Andreika,
me encantó que coincidamos
Gracias por tu comentario.
MC,
Eso que decís se llama tener criterio. Ninguno de nosotros se chupa el dedo, pero hay que saber que muchos de los que se jugaron por la Revolución contra España, en otros lugares que no acá, luego fueron fusilados cuando España reconquistó el territorio. Esa gente se jugó y fuerte. Y ahí empieza a gestarse nuestro país. ¿Cómo no encontrar motivo para el festejo? Claro que uno tiene reparos contra este y aquel personaje, claro que sí, pero los recordamos igual porque fueron protagonistas.
Gracias por tu comentario.
Matha Burroughs,
Yo creo que Lucas y Marisol son iguales a mí cuando yo tenía la edad de ellos. ¡¡¡Si nos habremos rebelado contra todo lo que estaba en pie !!! Pero con el tiempo me dí cuenta que me amargué demasiado y me prohibí a mí misma ser más elástica. Sobre todo aprendí que está mal mirar el pasado con los ojos de hoy. Gracias por tu comentario.
Ben,
totalmente de acuerdo
El Repúblico Javier,
Tampoco hagamos una mística del pasado ese. Había muchas cosas que estaban mal y que ahora están mejor. La educación era represiva, todo era castigado y los chicos éramos estigmatizados por una falta. Era un sistema general de trato a los niños, incluso los padres de hoy cambiaron. Antes nos pegaban, nos daban cachetadas, nos gritaban, no nos podíamos meter en la conversación de los adultos. Las cosas hoy son mucho mejores en muchos sentidos.
Gracias por tu comentario.
coincido con lo que plantea el post. Los feriados son la liturgia laica de la argentinidad.
Ahora ¿no podrían haber elegido mejor las fechas? o por lo menos fechas más representativas de un relato como nación. Está bien. A la generación del 80 no le podemos pedir mucho más que eso. Tal vez sea tiempo de cambiarlas.
Ahora no puedo leer tu blog, después lo haré. Pero no puedo dejar de expresar acá mi alegría por la carta enviada por n/Presidenta a mm, aclarándole xk no irá a la velada del Colón. APLAUSOSSSS!!!
Vamos Cristina carajo!!!!
Para el bicentenario meras fuguritas, idolitos, mitología para primates.
La Reina no Reinaugurará.
Se supone que hay que tomar en serio la carta que se leyó en los medios, que ella misma cree en esas palabras y que no son un golpe de efecto?
Me parece que es solo para los bobos crédulos que aún persisten.
Los actos escolares los empece a sentir con el corazon a partir de ser docente, al comprender que desde la escuela construimos ciudadanos. Pero mi mayor emocion fue cantar la oracion a mi bandera, (en la voz de fabi cantilo) el primer dia del jardin de mi hijo. Este bicentenario lo festejaremos con ellos, por primera vez siento ser parte de un proyecto de pais.
Besos, eva, gracias por tu post
gustavo
No suelo comentar aquí (pero sí leerlo) porque soy terriblemente dispersa, pero realmente me gustó mucho este post. No pienso ni me interesa juzgarlo, sino que valoro el profundo tinte personal e íntimo que me genera una grata empatía con el sentimiento en sí, más allá de mis 23 años.
Vivo a 1200 km de Bs As, y por suerte tengo la oportunidad de poder viajar unos días por allá, por lo que además, como comentó Ben, el contexto es para festejarlo, y ese es mi principal motivo de unirme a los festejos.
Un beso!
No sabía que se ofendía la yegua!
me gustó mucho este post!! gracias, yo ya me estaba sintiendo un bicho raro con esta emoción que siento por los 200 años.
y un comentario aparte: en el afiche del 25 de mayo no pondría la foto de Monzón, muy buen deportista, eso seguro..pero no olvidemos que mató a Alicia Muñiz.
un beso!
CC,
Sí tenés razón con lo de Monzón, pero este poster no lo hice yo, y de alguna manera Monzón representa una de las víctimas de la sociedad, que como Maradona que fue adicto, Monzón fue alcohólico. No la mató premeditadamente a Alicia Muñiz. No fue un asesinato por encargo ni le disparó con un arma. Es difícil ser boxeador alcohólico y superar una pelea con la pareja sin un acto de violencia. A mí ni siquiera me simpatiza Monzón como a tanta gente, pero mejor no poner la atención en él. Aunque forma parte de nuestra cultura el que viene de abajo y asciende económicamente que la pague de alguna manera. Me refiero que el éxito a veces cobra su cuota sobre los que burlan al destino de pobreza saliendo a la popularidad. Hoy lo aman y mañana lo sepultan.
Gracias por tu comentario.
A.C.Sanin
Si es contemporáneo habrá disfrutado de la escuela como yo, le habrán enseñado otrografía a morir, le habrán hecho hacer todo el tiempo "familia de palabras" y redactar "composiciones", lo habrán hecho pasar al frente para leer en voz alta la lectura con buena dicción y sosteniendo el libro con la mano sobre el lomo. Todo un éxito.
¡Feliz Bicentenario!
Anónimo 20:12
Estoy de acuerdo. Sería hora de revisar esas fechas. Yo sacaría el 12 de octubre como fecha de festejo y lo pondría como día de duelo nacional en homenaje de los pueblos originarios cuya cultura iba a ser destruída junto con un genocidio que debe ser el mayor de los conocidos.
Pero sobre todo sacaría las fechas de las muertes de los hombres de la historia y las reemplazaría por la del nacimiento o por la del día en que hicieron su mejor obra.
gallega
Creo que estuvo muy bien Cristina, y que esta vuelta de espalda la coloca en una posición ideal. Es como el tema de ir a la Catedral o la Rural, todos reductos de la oligarquía con larga historia gorila.
Cristina y Néstor supieron mantener nuestra dignidad faltando a las citas tradicionales de las efemérides consagradas por la paquetería.
No a la Exposición Rural, no al Tedeum en la Catedral, no a la función de gala del 25 de mayo en el Colón. Un verdadero tríptico por el que vale la pena festejar el BICENTENARIO.
GUS
¡Qué hermosos tu comentario!
desde la escuela construimos ciudadanos
por primera vez siento ser parte de un proyecto de pais
¡¡¡ Gracias a vos Gus, y que disfrutes la vida con tus hijos y tus alumnos construyendo ciudadanos en un país cada vez más democrático y con justicia social !!!
NATASHA
Me encantó tu comentario.
Es hermoso que una persona tan formada, como se nota que sos a tus 23 años, se conecte con una persona que casi la triplica en años (62) y se conecte con una realidad remota estableciendo empatía con el sentimiento desprovisto de coordenadas de otras categorías.
A 1200 kilómetros una de otra, dos personas pueden compartir un sentimiento simple y sencillo como el de vivir una ocasión para celebrar.
¡ Felicidades y que seas muy feliz en este segundo centenario de la Argentina !
CAMPO POPULAR
¿Lo decís porque tu mamá no se ofende?
Estimada Eva:
Muy bello y profundo tu relato. Algunos podrán decir y con razón muy “nostálgico” , pero ese espacio de nuestras vidas, la infancia, puede ser, a la vez paraíso perdido o espacio traumático, según se vea ( quedar afuera del aula por la religión de tus padres) no puede ocultar la importancia de la educación laica y gratuita como cemento de una identidad común Republicana. Rescatar esta noción fundamental no es estar volcado a un tiempo donde todo fue mejor, “y que ya no volverá”.
Tus recuerdos están llenos de futuro, de un camino olvidado, que debemos recuperar como ciudadanos frente al crimen de la ignorancia y la mísera.
Muchas Gracias.
Un Abrazo
L.P
muchas gracias por tu respuesta, Eva.
el tema de los ídolos, etc, dá para pensar y debatirlo en otro espacio que no sea en los comentarios de un post tan lindo como éste.
(y con respecto a Monzón, bueno, puede ser que no haya sido un asesinato por encargo, pero la molía a golpes desde siempre y esa noche la mató (o se le "resbaló"..en fin) tirándola por la ventana: y ojo, no todo alcohólico es un golpeador de mujeres por más victima de la sociedad que sea.
beso
Eva, muchísimas gracias por tus palabras!
Igualmente te deseo que lo pases de lo lindo estos festejos, un abrazo!
creo que al 99% de la sociedad no le nteresa demasiado un evento que nos recuerda el fracaso de comunidad que somos. Doscientos años sin gloria alguna, pero con pretensiones demenciales, como haber ido a una guerra.
Eva, cuántos recuerdos similares! Gracias x traerlos a mi memoria. Nuestro coetáneo Jorge Guinzburg siempre decía "al colegio privado iban los burros". Lamento k no hayamos ido al mismo colegio, al k yo iba, recuerdo k en algún momento se enseñaba religión, y también algo así como educación cívica, y vos elegías dónde ir. Si a tu relato le pongo un "Muy Bien 10, Felicitado!" ¿te resulta conocido?
Gallega,
Sí, cómo nos gustaba el Muy Bien 10 Felicitado, pero más todavía era el EXCELENTE y con signos de admiración: cuánto amor recibíamos en esas notas puestas por la maestra en el cuaderno.
También me acuerdo que una maestra "mala" como le decíamos a los que no nos gustaban, sólo ponía Vº (visto). Esa era una seca que padecían todos los chicos.
Eva:
También soy docente, y como tal y a mis 27 añitos sufro un conflicto con la ideología que fui armando desde antes; entre la reacción rebelde a la irreflexividad que sufrí como alumno y los valores que quiero promover como maestro. Ese conflicto me duele, me cuesta resolverlo en el seno de la institución escuela; y es por eso que quise, de todo corazón, empatizar con el post. Más viniendo, el día de hoy, de presenciar el acto donde la tradición civilizadora y la comprensión de la historia se dieron batalla no tan solapada; para nuevamente ganar -por fuerza del contexto institucional- la primera por mucho.
Pero no pude. No quiero pecar de irrespetuoso, y me saco el sombrero ante los 35 años de experiencia que nos distancian, pero... con respecto al cierre del texto, le quiero decir que por supuesto hay otra forma de formarlos. La hay, existe, aunque "formarlos" ya es un poco difícil como palabra. Ellos, los chicos, ya tienen forma propia; lo mejor y más hermoso que podemos hacer es sostenerlos para que la ramifiquen, potencien y sostengan. Pero no les damos forma nosotros, eso seguro. Lo mismo pasa con sus ideas de ciudadanía, de país, de conflicto, de sociedad, de libertad: las tienen, les son propias, ellos serán quienes les den forma cada vez más acabada.
Nos debemos serles fieles, respetar sus intelectos y darles nada más que la verdad, y las herramientas para orientarse en libertad dentro de ella. Les debemos contar la historia que fue, o mejor dicho, todas las historias que pueden leerse en ella, en toda su turbia y compleja ambivalencia; tenemos que confiar en que podrán pensarse hombres libres y aceptar al otro sin necesidad de escarapelas que no existieron, próceres que no fueron, igualdades que nunca hubo. Pueden desmenuzar mucho más que lo que les masticamos: confío en decir esto con total certeza, por tener el oído pegado al aula.
Hoy podemos (y usted tiene todo el derecho, de seguro bien ganado) sentir nostalgia de nuestra ingenuidad pasada, pero valorar el clima festivo con que la llevabamos es una sóla cosa con valorar y justificar el engaño al que fuimos sometidos con la excusa de la niñez. Podemos más que eso con nuestros chicos de hoy, creo yo.
Jorge, querido Jorge,
En el final del post yo pregunto y pido que me digan cómo. Lo que no hice fue decir, asegurar, que NO HAY un CÓMO. Claro que debe haber un cómo.
Fijate Jorge que si yo estuviera convencida de que no existe un cómo, no hubiera hecho la pregunta como esperando una respuesta, como dando la oportunidad a que me contesten, como empujando, como haciendo una provocación, instigando a no remitirse sólo a un voluntarismo lleno de buenos deseos sin hablidad para transformarlos en hechos educativos concretos. Y vos me contestaste, vos te sentiste llamado a responder. Y yo me regocijo.
Lo que no sirve es decirle a los chicos que el Bicentenario es una porquería, pura mentira, mientras Cristina festeja y TN embarra la cancha.
Las teorías se deben convertir en prácticas a través de herramientas de construcción. ¿Qué es lo que voy a decirles a los chicos? es lo que hay que preguntarse. Y a eso hay que contestar seriamente, con algo pedagógico, no con simples transgresiones que dejan al chico metido en un berenjenal.
Así como dí la versión mítica de la educación de mi infancia, Jorge, puedo llenar páginas con el error educativo que nos constreñía a no pensar, a estudiar por miedo, viviendo en un regimen opresivo que más se parecía a un cuartel de soldados. ¿Pero qué cambió? Ahora los chicos están más libres, no se pretende "formarlos" pero los hacen superficiales, y ni siquiera son capaces de comprender el texto que leen cuando llegan a la Universidad. Por lo menos antes nos daban cultura, mucha práctica de escritura y lectura, muchas resoluciones de problemas matemáticos.
Y es mentira que no querés formar a un chico Jorge. Buscate el libro El miedo a los hijos de Jaime Barylko. Ahí te dice que si vos no lo formás, lo forma la televisión o el vendedor de zapatillas a la moda. También te dice que lo dejes vivir y no lo ahogues.
Que no queremos formar a los chicos desde la Escuela es la gran tragedia. Y la gran mentira. La Historia se mira desde la ideología. La Historia no es como decía Ibañez, el autor del libro de mi secundario, "la narración verídica y cronológica de los acontecimientos del pasado", esa es una mentira atroz. Lo que es veraz para unos no lo es para los otros. Y hay que tomar partido por una de las dos miradas. No se puede ser equidistante. A los chicos hay que formarlos en la solidaridad social, en la práctica de la cooperación, en el esfuerzo, en el trabajo, en el estudio. Hay que sacarlos del mundo del consumo, hay que cortarles las cadenas que los tienen atados a los deseos más primitivos de poseer objetos materiales. Y hacer eso es dar ideología.
La Historia es aquella que va a justificar tu mundo de hoy, que te lo va a explicar, y que te va a dar elementos para pensar un futuro. En la Historia vamos a buscar como en un cofre de alhajas aquellos hitos que se juntan con los nuestros actuales, para formar una trascendencia desde el ayer hacia el mañana.
Pero además, toda persona necesita en el mundo de hoy una identidad nacional. Puede que en el mañana eso desparezca. Pero por el momento, las cuestiones culturales identitarias tienen que ver con la libertad y con el derecho, es decir con la constitución de ciudadanía. Sin identidad nacional no hay apetencia de ciudadanía.
Es larguísimo el tema y no dije nada de todo lo que pienso. Sólo una última cosa: a los chicos hay que hacerles pasar una infancia feliz dándoles amor. El amor de la infancia es la vacuna contra la infelicidad del adulto. Los adultos que no han sido amados en la infancia son almas en pena que nunca se consuelan.
Eva, todo lo que contás en tu post me va perfectamente.
También soy de la escuela pública de aquellos días y del festejo de los actos en la fecha precisa.
Y del guardapolvo blanco y las medias 3/4 y el corbatín con elástico.
Y del mate cocido con leche con un pancito a media mañana en el recreo largo.
Mi fiesta preferida era el 20 de junio. Amé y amo el Saludo a la bandera que todavía hoy, al escucharla, me llena los ojos de lágrimas.
Por todo lo que pudimos ser y no fuimos y por todo lo que podemos ser si persistimos: feliz día de la Patria, festejemos estos 200 años como la oportunidad de un nuevo nacimiento.
La subjetividad se configura a pertir de relatos, entre otros, los relatos sobre la Patria. Si la escuela no instala una primera versión de los relatos, una primera aproximación, no nace la curiosidad. Doy Lengua y Literatura, y este año, como homenaje al Bicentenario, armé en el último año de Polimodal un programa de Literatura Argentina que tiene como eje la violencia política y los enfrentamientos en torno a las ideas de nación, desde unitarios/federales hasta el peronismo y (si llego) la dictadura.
Cuando arranqué con el contexto histórico de "El matadero", descubrí que tenía que empezar por Revolución de Mayo, debido al absoluto desconocimiento que tenían de la historia argentina (no sólo de la lectura engañosa proporcionada por la escuela, Jorge, sino de la más mínima noción témporo-espacial). No quiero hacerla larga, sólo decir que los relatos sobre la Patria, la historia y la ficción, son algo más que engaños, y no es prudente la abstención en nombre de la pureza original. Cuando nos corremos de ese lugar, lo ocupan los medios. Celebro el respeto de Jorge por sus estudiantes pero le aseguro que es así. La escuela forma ciudadanos enseñándoles a ser lectores y escritores, a través de relatos. Descartar esos relatos considerándolos engaños nos deja en un lugar de desprotección para plantear la discusión en torno a la identidad colectiva, a la nacional, a las políticas de inclusión. Nuestros niños y jóvenes se forman, y lo hacen en la escuela. Porque somos seres sociales, y la tarea docente es ésa, apuntalar la construcción de la subjetividad en aquellos que se están formando, para, si querés llamarlos así, en torno a mitos de origen, generar formas de relación más igualitarias, más solidarias.
Hay que contar que French y Beruti repartían escarapelas, en la primaria, y que formaron un grupo de choque para evitar que los vecinos realistas llegaran al Cabildo, en la secundaria. No hay que descartar los relatos, hay que complejizarlos, hablar de la voz del narrador, de su punto de vista. Y también hay que hablar del abuelo migrante interno, italiano o polaco y del bisabuelo diaguita o español. Celebremos el Bicentenario con orgullo, sabiendo que los mitos de origen son el punto de partida para pensar nuestra meta.
(Uf, ¡qué largo! Perdón)
Carlos G,
¡Brindo con vos por los hermosos recuerdos que compartimos!¡Salud!
Andreika,
gracias, estamos de acuerdo.
Y quería agregar algo más. El 25 de mayo fue una fecha fundacional sobre todo porque abrió las puertas a la lucha armada contra España, trayendo a San Martín, integrándose con la lucha continental.
La lucha contra los "realistas" fue dura y costó muchas vidas, pero fue bien hecha porque la Revolución de Mayo fue la única que no fue derrocada, hay que ver en México los fusilados patriotas que hubo. Sin la guerra contra España no hubiera habido liberación, tenían que hacerla y la empezó al Revolución de Mayo, así que es justo pensar que allí nació nuestra Patria.
Hola Eva,
el tema de esta celebracion nos toca especialmente me parece por el renovado contexto de conciencia política en el que felizmente estamos, sintiéndonos de alguna manera sujetos de la historia con un país virtualmente recién levantado de las cenizas del 2001. El momento especial en el que cae, con el alivio de la deuda externa, las condenas a los ejecutores del terrorismo de estado, del mejoramiento de los indices sociales, la puesta en discusión del paradigma liberal y la aplicación de medidas de inclusividad como la asignacion por hijo, paliando y enderezando el efecto de décadas de ajustes que el primer mundo simultanemente conoce para probar de su propia medicina. El mayor grado de politización de estos días por lo tanto resignifica con otra luz aquella primera revolución de hace dos siglos. La inflexión que representó el pase de una colonia monárquica a una república incipiente, bajo los principios de un estado moderno y la idea de una democracia igualitaria, como entonces se estaba fundando, tiene mérito. Claro que la veneración vacía de próceres sagrados no tiene sentido, aunque, por ahí, sí es importante no perder la información del valor (por la trascendencia) que algunas decisiones tuvieron en la vida de generaciones posteriores. Materializar, hacer real una republica inclusiva, organizado bajo la idea de una convivencia de pueblos y culturas no es una tarea que todos lo paises llegen a cumplir. Al menos, por primera vez lo siento así; los actos celebratorios son valiosos en cuanto contribuyan a un relato reconocible y amplio que traiga una conciencia palpable de nacion como la necesitamos cohabitando un suelo común. Hay un autor colombiano muy recomendable llamado Ospina que ha novelado fantasticament el descubrimiento de America del Sur y la Amazonía venezolano-colombiana poniendo las cronicas de Indias bajo la perspectiva de la maravilla del nuevo mundo que los conquistadores no supieron comprender mientras avanzaban sobre aquel escenario fabuloso que los sobrepasaba en su dimensión material y humana. En un ensayo suyo leí hace poco esa idea de lo imprescindible de un relato fundante necesario para construirse una leyenda nacional, de la cual su pais como el nuestro aún carece. De hecho tantos países latinoamericanso atravesados por historias de mandos militares y democracias inestables tienen en común el ser regidas por parecidas elites semifeudales que se sienten (colonialmente) ajenas al territorio que usufructúan. Oligarquías antidemocráticas de espaldas a una población diversa y sincrética pero que no se reconoce a sí misma negando sus pasados y la singularidad de su mezcla de sangres En nosotros el extendido desprecio y la celebración de las caidas de Monzón o Maradona trasunta por caso parte de esa deuda interna que Sarmientinamente barbariza al distinto para predicar una idea exclusiva de civilización. La base greco-latina si bien importante no fue lo único, sino una parte. Y hay un patrón quizas en esa deuda: la exclusión, resistencia y afirmación traumatica de esa otra mitad que no es convenientemente integrada a un discurso o a una necesitada conciencia nacional.
Ignacio,
Magnífico texto. Gracias por compartirlo con nostros.
Eva, Andreika, Ignacio:
Tardé en responder porque el nivel de la discusión es muy bueno y demanda reflexión. Me quiero detener en dos cosas que creo discutibles de sus respuestas: uno, el tema de los discursos y la "formación" de los chicos; y segundo, la unión entre identidad nacional y conciencia social y de los derechos.
De lo primero, creo que se está entendiendo la cosa como aquello de "espacio cedido, espacio perdido", como que ante el relleno que sin duda quieren hacer televisión y mercado de las subjetividades de los chicos hubiera que oponer algo llegando antes. Es una metáfora como de jarras vacías o llenas, y me parece que excluye la opción superadora: ¿Por qué en vez de bajarles nuestra línea no los ponemos a pensar criticamente? Es un debate que la pedagogía "libertaria" (vengo de ese palo, aunque hace rato que me abrí a muchas otras ideas) viene teniendo hace rato, y yo sigo en firme en la segunda opción. No es cuestión de dotarlos de un relato alternativo, sino de mostrarles la cocina de los relatos mismos; y buenas herramientas para que se rearmen el propio.
Y se puede hacer en primaria también, Andreika; yo mismo estoy contando eso de French y Berutti en un sexto grado. No hace falta esperar a la secundaria, mis (y los) pibes tienen esa capacidad, y de hecho les implica un mucho mejor aprendizaje porque esos temas los involucran mucho más que los próceres acartonados. Por eso aplaudí tanto el post de Gerardo en Tirando al Medio; porque me hizo dar cuenta de por qué es tan peligroso ser un maestro Billiken, y le puso palabras a lo que quiero mostrar a los chicos.
Redondeando, creo que de mi primer mensaje se entiende que la idea es "evadir" los temas; cuando la intención es mostrarlos en su total complejidad. No quiero dejarle NINGÚN espacio a Tinelli para que les cuente quiénes son a mis chicos; pero quiero ir más allá, quiero que queden armados para poder escucharlo y verle los hilos.
Si a esto lo llamamos "formar" o no, es semántica, pero creo que el punto de fondo que quiero hacer es enfatizar lo "meta-", eso de "enseñar a pescar" digamos. No es oponer discurso contra discurso, es fomentar pensamiento crítico contra/para/con todos los relatos.
Y el segundo punto: yo no estoy tan seguro de que sea necesaria una identidad nacional para ser conciente de los derechos, activo políticamente, etc. Eva decís que quizás en un futuro no sea más necesario, pero yo creo que en el propio pasado no lo fue: ahí están atestiguandolo las luchas obreras del principio del S. XX, y cómo esa masa inmigratoria se unía en un movimiento potente sin necesidad de un relato de "patria" común y aún, en caso de los anarquistas, siendo contrarios a la idea de nacionalismo. (Y sí, fue la misma época de la fuerza en la construcción de ese mito fundacional, pero estos sectores no sé si compraron el discurso; más bien diría que no).
Hoy por hoy creo que podemos hilvanar identidades, armar lo intersubjetivo sin necesidad de ese paraguas común (que tampoco es tan común, porque se acaba cuando empieza la "otra" nación). Es epocal, capaz, pero yo lo veo posible: no necesito, creo, una bandera para sentirme hermanado con alguien que sufre ni para unirme con quienes están en mi misma lucha.
Un placer seguir hablándolo con ustedes, de más decir; vuelvo al aula mañana con un aire potente...
Jorge,
gracias por la contestación. Coincido en la prevención a peligrosas ideas de nacionalismos, quizás se trate simplemente de lograr empatías colectivas en base a pensar la historia, valorando y criticando los hechos que condicionaron nuestro presente. Lo se porque haber vivido afuera te galvaniza contra la noción cerrada de patria o nacion, y he llegado incluso a sentir que patria es el suelo que te da la chance de vivir y crecer. En un mundo mucho más intercomunicado la idea de derechos y obligaciones universales es más natural, sin embargo las fronteras y las legislaciones existen e importan a la hora de administrar un conjunto grande de personas bajo determinada bandera. Mi desarrollo iba por el lado de abrir la mirada y la consideración de quienes (empezando por casa) son realmente nuestros conciudadanos ya que hay (y habrá) sectores más favorecidos gracias a un sesgo historico-ideológico importante del que nos conviene ser conscientes. Me gustó mucho lo que decís del estimulo de la capacidad crítica y el cuestionamiento de todos los relatos que desde chicos somos capaces de hacer.
Saludos.
Jorge,
perdoname la tardanza en contestarte, pero quiero seguirla porque es muy interesante.
Yo utilizaría la frase siguiente: "espacio vacío es espacio cedido", y no nos estamos contradiciendo mutuamente, vos decís lo mismo que yo, porque ponerlos a pensar críticamente en algún asunto puntual, es LLENAR EL ESPACIO, es NO DEJARLO VACÍO. Se trata sólo de poner el tema en el tapete, el tema puntual. Y presentar las diferentes opciones de los diversos puntos de vista sobre un tema. Lo que no te tienen que arrebatar son los temas. Hay que enseñarles a los chicos a buscar otra campana, cada vez que les suene una sola.
(Sigo en el próximo comentario.)
Jorge,
Es un error despreciar la mística que vincula a las personas de miles de maneras diferentes, en sus vínculos familiares, en su cultura particular, local o universal, como la de la música por ejemplo que vincula a los músicos o a los amantes de la música. Así sucede con el arraigo a un paisaje, con el uso de un habla común para entenderse. El ser humano no existe en soledad, es humano cuando adquiere humanidad, cuando entra en relación con el otro para compartir algo con él. Pero además adquiere relación con el otro anterior a él, que vivió antes que él y adquiere relación con el otro que viene después de él. Esa es la vida humana. Vivir es construir Historia. Vivir es trascender la corta vida que tiene cada uno individualmente.
Las formas de relación que hemos heredado del pasado, hoy son los Estados Nacionales. Si bien está mal el nacionalismo excluyente, no está mal el nacionalismo INCLUYENTE, como el que expresa el Preámbulo de nuestra Constitución, que invita a todos los hombres del mundo de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino.
Si yo quiero desprecio la historia de mi país, y me pongo en obligado sujeto de derecho, pero me estoy mintiendo, porque alguien luchó antes que yo para que hoy yo tenga lo que tengo.
Ser consciente de esas cosas conforman un humanismo más profundo que el de ser un mero objeto de tensiones del hoy.
Pero lo que más importa es la cultura que hemos heredado. Eso es lo que nos constituye. No tenemos nada propio, todo es obra del pasado que llega hasta nuestros padres, maestros, escuela, instituciones.
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