¿Recuerdan el post en el que les hablé de Beethoven y les hice escuchar el movimiento segundo del Concierto Emperador? Bueno, ahora, esperen a disponer de 8 minutos para estar en absoluto relax y concentración, y paz anímica, para no solamente volver a escuchar el mismo movimiento, sino para ver al pianista Van Cliburn en Moscú, en 1962, acompañado por la dirección de Kirill Kondrashin. Y digo ver, si ver. Porque hay que ver lo que ocurrió con la filmación de este delicado movimiento.
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Seguramente, el director de filmación tenía apostadas tres cámaras, es fácil identificar los tres lugares. Una miraba al director de frente, y al pianista por su costado izquierdo. La otra enfocaba el costado derecho del pianista; el derecho es lado más importante, porque las partes principales de la partitura se ejecutan con la mano derecha; siempre la cámara elige permanecer de este lado. Y la tercera, enfocaba la cara y el torso del pianista, donde las manos quedan ocultas por el cuerpo del piano.
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Verán que cuando empieza la ejecución, la cámara enfoca al director y al pianista juntos, y el pianista espera sin tocar, con las manos bajas, mientras la orquesta introduce la música que desembocará en seguida en la ejecución del piano.
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Cuando el pianista comienza a tocar, la cámara elegida es la que enfoca su rostro. Curiosamente, en lugar de pasar en seguida, como es usual, a mostrar el teclado y las manos por el lado derecho, la cámara se queda como "atornillada" al piso, y no se retira de ese enfoque. La cámara se queda mostrando la cara del pianista, y olvidando las manos, como si la música saliera de su cara. Así, largo rato.
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Que se haya quedado mostrando el rostro juvenil, bello y erotizado por la música, de Van Cliburn es un arrojo inusitado del director que a través de una transgresión, nos dejó un mensaje de emoción singular e íntimo.
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No sé cómo se habrá sentido Van Cliburn por esta exposición de su erotismo, si lo habrá inhibido en la próxima presentación, o si por el contrario se sintió halagado. No sabemos nada. Pero le damos las gracias a este ignoto director de cine soviético que mostró mucha más libertad interior que tantos otros directores que filman conciertos.
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Véanlo y disfruten, con los oídos y con los ojos, de ese rostro sucumbiendo a la música que sale de sus manos invisibles. Y acérquense a la pantalla, para mirar los gestos mínimos.
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Si quieren contarme qué sintieron, háganlo. Los escucho.
Eva Rowra
16 comentarios:
Creo haber visto algo de ese éxtasis, apenas menos que atávico, en la cara de Barenboim dirigiendo a la sinfónica de jóvenes árabes e isralies que la entraban sin asco y con ganas a la novena de Beethoven (anche Schiller).
Sí, por supuesto, Daniel Barenboim es un hombre que se pone en éxtasis, y que entrega su pasión en la música. Es un grande de verdad.
Equivocada Eva se agarró el pajarito con el cierre del pantalón
charlie, me hizo reir.
Eva:
No puedo agregar casi nada a lo que decís. Las expresiones del pianista son realmente
impresionantes.
Hay casos en que podemos pensar que hay algo de puesta en escena, pero esto me llegó como genuino: el hombre expresa el puro placer de dejarse llevar por la música. No es que hubiera alguien agazapado abajo haciéndole un masaje de pies... (cuac).
Me permito retribuirte con otro ejemplo de caras pianísticas: la gran Martha.
http://www.youtube.com/watch?v=KCSEwfqs-VM
Reconozcamos que además de su extraordinaria musicalidad y virtuosismo, Martha puso en su época -para unos cuantos- bastante de Eros en la música clásica. Sin hacer nada especial: siendo, nomás.
Aquí ejecuta en su juventud la Polonesa Heroica de Chopin. Y el camarógrafo está enamorado: hay que ver la cara fascinante y las caras fascinantes de la Martha. No son como las de Cliburn: parece más bien una niña aplicada haciendo la tarea. Pero en 5:32 vuelve el tema. Y la cara que pone la Martha en ese instante, fundiéndose con la hermosura de la música, nos mata bien muertos. En Brasil dirían: beleza pura, puro prazer. Recomiendo su visión.
Hay algo paradójico en todo esto. Siempre me pareció que en el piano (mi instrumento preferido) la relación del músico es distante.
El guitarrista abraza a su instrumento.
Los 'sopladores' tienen con sus instrumentos una íntima relación oral.
Los violinistas tienen una intimidad estilo Sacher-Masoch (por la mortificante postura).
Los persusionistas aporrean a placer.
¿Y los pianistas? Se conectan con el piano por la punta de los dedos de la mano y la punta de sus zapatos. ¿Cómmo logran fundirse con él? Porque hacerlo, lo hacen.
Alguien que le pone al piano un toque algo más íntimo es la excelente -y hermosa- Eliane Elias: aparece en el escenario vestida de fiesta, montada sobre imponentes 'stilettos', y se los quita para tocar.
Por favor, no interpretes mis preferencias por estas damas como algo machista: el mayor 'calorcito' lo siento oyéndolas tocar.
Saludos,
RCW
Me gusta la visión femenina de Eva, llamando erotismo a lo que yo llamaría comunión total con el compositor. He oido que no visto esa misma comunión cuando Rubinstein_impávido_, o el viejo nazi de Arrau tocaban el mismo concierto.
Para mi, el placer inenarrable es oirlo, no verlo.
Claro que yo no soy mujer ni me siento atraido como Eva, que seguramente se quiere morfar a ese pintón de Van Cliburn a sus 25 o 26 añitos.
Por último, Eva: trate de ver a Glen Gould encorvado y transiprado toc ando ese mismo adagio y se le va a pasar el erotismo enseguida.
Si la cosa viene de chanchadas musicales, recomiendo esta
http://www.youtube.com/watch?v=OrQC1yTO0MU
RCW,
gracias por escribirme y consustanciarte con lo que quería mostrar. ¡SI Martha Argerich en ese video es algo igualito!¡Qué muñeca, cómo le sonrió al piano y parece que le habla con esos labios adolscentes! Ya lo había visto, me dí cuenta en seguida que te leía. Es inolvidable, quién puede dejar de conmoverse con esa belleza sensual, con ese erotismo juvenil, cándido, y lozano de Martha cuando era tan jovencita!
Sobre lo que decís del piano, que tiene una distancia con el pianista en comparación con otros instrumentos, es cierto, qué interesante. Yo diría que los otros instrumentos se funden con el ejecutor, pierden el protagonismo, en cambio el piano no lo pierde nunca, el ejecutor queda casi por debajo del instrumento, tan grande él , tan magnífico, tan autónomo. El pianista parece una especie de prestidigitador que "logra" que el "piano" cante, llore, sueñe, dance. Es una sociedad muy de aristócrata y vasallo la del pianista con el piano. El piano está ahí, reinando, como en un trono, y el pianista trabaja, trabaja, se esmera, se apasiona.
Uno sabe que el violín es un instrumento difícil de sacarle algún sonido lindo si no sabés tocar, pero el piano te enamora con tres notas que toca cualquiera sin saber música. No habìa pensado en todo esto.
Son todos efectos visuales, por supuesto que el ejecutante es el maestro de un objeto inerte, y está en sociedad con el autor de la pieza que el verdadero fantasma de la escena, injustamente olvidado por muchos que a veces no se dan cuenta que la interpretación es pobre y la belleza la puso la partitura. Yo tenía una amiga que se enojaba cuando el público aplaude cualquier interpretación, y se preguntaba ¿a quién están aplaudiendo, a Beethoven?
Lector querido, estoy fascinada de que hayas captado mi intención.
Espero volver a leerte. Un abrazo.
Jorge, sí es verdad absolutamente verdad. Esa comunión es lo que se trasunta en la música. Alcanzar como oyente, la comunidad con la ejecución y el autor de la partitura, hace que sean tres para la comunión. Con mucha más razón cuando toca Rubinstein, o David Oistrach, aunque sean feos y viejos. Y no es mirándolos como uno se erotiza, por supuesto.
Sólo que en este caso, la expresión física de un intérprete bello, dice con facilidad estética, visualmente, lo que siente su alma cuando interpreta, además de lo que dice cuando toca. Hice una transgresión absoluta, por supuesto que todo se dice con la música.
Cuando nos metemos con la música, nos entregamos a una profundidad de sensaciones anímicas y el cuerpo queda cautivo, inmóvil, como un amante que recibe caricias. Todas las cosas que sentimos cuando oímos música, si las queremos explicitar, nos faltan las palabras. Nada puede explicar esa dimensión en la que penetramos. Pero las sensaciones se dan en el cuerpo. Se vibra, se aumenta el ritmo cardíaco, o se pacifica. Yo he llegado a llorar con Madama Butterfly cuando le venda los ojos y le pone la banderita norteamericana en la mano al hijo antes de suicidarse. La música me supera. Y me lleno de dolor escuchando el largo y bellísimo addaggio que acompaña la espera de la japonesa esperando inútilmente que su amado entre en el puerto.
¿Estamos de acuerdo no Jorge Schussheim?
ElRuso: no se si le decís chanchada al erotismo, eso va por aligerar la presión cultural ¿no?
Animate a hablar sin tener que reirte, que el erotismo es lo más hermoso que tiene la vida. Esa chica que toca el violoncello es una belleza y lo que hace con la musica también, y claro que es muy erótica ella, bellísima, tiene una gran destreza en su instrumento, y da gusto oirla tocar y también ver. Me gustó muchísimo tu aporte. Un abrazo.
Eva, usted piensa que me animaria a estar en desacuerdo con usted?
¡Jorge! no esperaba menos...
Eva voy hacer un planteamiento de género, primero porque mi primer entrada la resolví para la humorada, entonces ahora viene mi venganza.
Esta es la prueba de la blancura versión femenina, si sobrevive y no besa la pantalla la superó, sinó encontrará en el fondo de su ser serias tendencias homosexuales. Yo que Ud. consulto
Aqui va el video.
Ruso Ud no deja de sorprenderme
http://www.youtube.com/watch?v=Ni2CZxG-ylY
Y le dejo esta yapa
Charlie, cuál es la yapa?
http://www.ted.com/index.php/talks/pamelia_kurstin_plays_the_theremin.html
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