8 de julio de 2011
EL CANALLA LEGALISTA
viernes 29 de abril de 2011
Cuando escucho hablar por televisión a abogados-estrella como Fernando Burlando, inmediatamente me viene a la mente la figura del “canalla legalista”. Según Comte-Sponville, un “canalla legalista” es aquel que basa casi todo su accionar moral en el estricto respeto de la ley, y cree que con eso es suficiente.
Por otro lado, como usualmente se dice: aquel que tiene un martillo, tiende a solucionar los problemas como si se tratara de clavos.
En ciertos casos, no hay ley que me prohíba la mentira, ni el egoísmo, ni el desprecio, ni el odio, ni tan siquiera la maldad o los sentimientos racistas. Entiéndaseme bien: no estoy hablando en contra de nuestras leyes, sólo digo que el orden legal no es, ni por asomo, suficiente para considerarnos moralmente íntegros.
Digresión: como decía Alain (Emile Chartier): "la moral nunca es para el prójimo". Decirle al otro "tenés que ser generoso" no es dar muestras de generosidad. Quiero decir, no me banco a Burlando, pero eso no quiere decir que mi Pepe Grillo sea re macanudo.
Prosigo: el canalla legalista es una suerte de tipo-ideal weberiano, pues obviamente en la realidad empírica existen mezclas. Este tipo de individuos es totalmente compatible con la legalidad republicana, y puede ser un perfecto mentiroso, egoísta, estar lleno de odio y desprecio hacia gran parte del resto de la población. El canalla legalista tiene un respeto rígido y absoluto hacia TODA legalidad, casi sin distinción.
El discurso del canalla legalista vendría a ser aquel que subyace en quienes vociferan, cuando algún grupete corta el tránsito –reconozco que en la Argentina se suelen evitar las vías institucionales, en parte porque funcionan para el carajo, y se corta el tránsito todo el tiempo- por algún reclamo justo: “¡déjenme de joder: yo pago mis impuestos, no me meto con nadie y respeto la ley, ¿por qué mierda tienen que acampar acá estos tobas de mierda? ¡Que se vayan a Formosa!”
En su obra El capitalismo, ¿es moral?, Comte-Sponville distingue 4 órdenes: 1) el orden tecno-científico; 2) el orden jurídico-político; 3) el orden de la moral; 4) el orden ético; y se podría agregar un 5to: el orden religioso. Como actualmente vivimos en sociedades laicas, no desarrolla demasiado el orden 5to. No voy a extenderme sobre el punto, pero me parece evidente que su distinción se basa, directa o indirectamente, en la concepción weberiana de la modernidad como “proceso de desencantamiento del mundo”, de progresiva autonomización de las esferas de conocimiento: saber, verdad y ética ya no forman un todo orgánico y autosuficiente. Al respecto está interesantísimo un libro de Marcel Gauchet titulado “El proceso desencantamiento del mundo: una historia política de la religión”.
Es evidente que los cuatro órdenes pertenecen a esferas autónomas que se relacionan estrechamente entre sí. Está clarísimo que toda sociedad que intente funcionar adecuadamente debe poder articular "maoméno" bien los cuatro órdenes, que a menudo entran en conflicto. Tomen cualquier fenómeno social: ley de medios, legalización de la marihuana: tendrá implicaciones políticas (en sentido "amplio" y en sentido "electoralista"), morales, económicas, jurídicas, ideológicas... Por otra parte, distinguir racionalmente no equivale a separar: al correr necesitamos oxígeno, y no por eso confundimos correr con respirar.
El canalla legalista sería aquel que confunde el orden jurídico-político con el moral. Hay ejemplos clásicos, como la Antígona de Sófocles, que nos dicen que los órdenes morales y los legales son distintos, y que frecuentemente colisionan entre sí. El canalla legalista es quien confunde ambos órdenes: “ninguna ley me prohíbe el egoísmo. ¿Con qué derecho me reprocha usted que soy egoísta? Pago mis impuestos, nunca he matado ni robado, me detengo en los semáforos… ¡No voy, encima, a preocuparme por los pobres!”
Una ley no dice lo que está bien y lo que está mal, sino lo que está prohibido y lo que está permitido por el Estado.
Publicado por Desocupado mental en la era del blog en 07:43 http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com/2011/04/el-canalla-legalista.html
viernes 29 de abril de 2011
Cuando escucho hablar por televisión a abogados-estrella como Fernando Burlando, inmediatamente me viene a la mente la figura del “canalla legalista”. Según Comte-Sponville, un “canalla legalista” es aquel que basa casi todo su accionar moral en el estricto respeto de la ley, y cree que con eso es suficiente.
Por otro lado, como usualmente se dice: aquel que tiene un martillo, tiende a solucionar los problemas como si se tratara de clavos.
En ciertos casos, no hay ley que me prohíba la mentira, ni el egoísmo, ni el desprecio, ni el odio, ni tan siquiera la maldad o los sentimientos racistas. Entiéndaseme bien: no estoy hablando en contra de nuestras leyes, sólo digo que el orden legal no es, ni por asomo, suficiente para considerarnos moralmente íntegros.
Digresión: como decía Alain (Emile Chartier): "la moral nunca es para el prójimo". Decirle al otro "tenés que ser generoso" no es dar muestras de generosidad. Quiero decir, no me banco a Burlando, pero eso no quiere decir que mi Pepe Grillo sea re macanudo.
Prosigo: el canalla legalista es una suerte de tipo-ideal weberiano, pues obviamente en la realidad empírica existen mezclas. Este tipo de individuos es totalmente compatible con la legalidad republicana, y puede ser un perfecto mentiroso, egoísta, estar lleno de odio y desprecio hacia gran parte del resto de la población. El canalla legalista tiene un respeto rígido y absoluto hacia TODA legalidad, casi sin distinción.
El discurso del canalla legalista vendría a ser aquel que subyace en quienes vociferan, cuando algún grupete corta el tránsito –reconozco que en la Argentina se suelen evitar las vías institucionales, en parte porque funcionan para el carajo, y se corta el tránsito todo el tiempo- por algún reclamo justo: “¡déjenme de joder: yo pago mis impuestos, no me meto con nadie y respeto la ley, ¿por qué mierda tienen que acampar acá estos tobas de mierda? ¡Que se vayan a Formosa!”
En su obra El capitalismo, ¿es moral?, Comte-Sponville distingue 4 órdenes: 1) el orden tecno-científico; 2) el orden jurídico-político; 3) el orden de la moral; 4) el orden ético; y se podría agregar un 5to: el orden religioso. Como actualmente vivimos en sociedades laicas, no desarrolla demasiado el orden 5to. No voy a extenderme sobre el punto, pero me parece evidente que su distinción se basa, directa o indirectamente, en la concepción weberiana de la modernidad como “proceso de desencantamiento del mundo”, de progresiva autonomización de las esferas de conocimiento: saber, verdad y ética ya no forman un todo orgánico y autosuficiente. Al respecto está interesantísimo un libro de Marcel Gauchet titulado “El proceso desencantamiento del mundo: una historia política de la religión”.
Es evidente que los cuatro órdenes pertenecen a esferas autónomas que se relacionan estrechamente entre sí. Está clarísimo que toda sociedad que intente funcionar adecuadamente debe poder articular "maoméno" bien los cuatro órdenes, que a menudo entran en conflicto. Tomen cualquier fenómeno social: ley de medios, legalización de la marihuana: tendrá implicaciones políticas (en sentido "amplio" y en sentido "electoralista"), morales, económicas, jurídicas, ideológicas... Por otra parte, distinguir racionalmente no equivale a separar: al correr necesitamos oxígeno, y no por eso confundimos correr con respirar.
El canalla legalista sería aquel que confunde el orden jurídico-político con el moral. Hay ejemplos clásicos, como la Antígona de Sófocles, que nos dicen que los órdenes morales y los legales son distintos, y que frecuentemente colisionan entre sí. El canalla legalista es quien confunde ambos órdenes: “ninguna ley me prohíbe el egoísmo. ¿Con qué derecho me reprocha usted que soy egoísta? Pago mis impuestos, nunca he matado ni robado, me detengo en los semáforos… ¡No voy, encima, a preocuparme por los pobres!”
Una ley no dice lo que está bien y lo que está mal, sino lo que está prohibido y lo que está permitido por el Estado.
Publicado por Desocupado mental en la era del blog en 07:43 http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com/2011/04/el-canalla-legalista.html
Cómo me hicieron fraude dos macristas
Si sos fiscal, en el recuento pedí que se cuente en voz alta y seguí con la vista una por una las boletas que cuentan, y no te duermas. Para mejor control, hacer pilas de a diez.
Había dos candidatos: Ibarra y Macri. El presidente de mesa contó los votos de la pila de Macri. Y dijo que si había más de la mitad de los votantes, ganaba Macri, y menos de la mitad, ganaba Ibarra.
Contó para sí y dijo 148, ganó Macri. Porque habían votado 280 personas. La mitad era 140, y Macri superaba por 8 votos la mitad.
Como fiscal de Ibarra pedí el recuento de los votos, pero esta vez separados en pilas de a 10. El suplente se ocupó de formar las pilas de a diez. Formó 15 pilas y sobraron 3 votos. Contó: 15x10 es igual a 150, más 3, igual a 153. Ganó Macri, dijo. Le dio más todavía que al Presidente. Uno contó 148, el otro contó 153.
Cuando el Suplente contaba las pilas yo iba contando en la mente siguiendo con la vista cada vez que ponía un boleta de la pila. Y descubrí que en lugar de poner 10 boletas, ponía nueve; así con todas las pilas.
Entonces dije que ahora había que contar en voz alta de nuevo todas las pilas. El Suplente comenzó y se paró en nueve. Le dije que tomara una boleta de la segunda pila, la pusiera en la primera y contara la segunda, contó hasta 8 y bajó la cabeza de la vergüenza. Así hasta que en la pila 10 ya no había ninguna boleta. Le dije que tomara la pila 11 que ahora era la pila 10 y siguió como antes hasta llegar a tener 13 pilas en lugar de 15, y sobraron 8 boletas. Trece por diez es igual a 130, más 8 que sobraron, son 138.
No eran ni 148, ni 153, eran 138, con lo que Macri no alcanzó a la mitad, y por lo tanto ganó Ibarra.
Había dos candidatos: Ibarra y Macri. El presidente de mesa contó los votos de la pila de Macri. Y dijo que si había más de la mitad de los votantes, ganaba Macri, y menos de la mitad, ganaba Ibarra.
Contó para sí y dijo 148, ganó Macri. Porque habían votado 280 personas. La mitad era 140, y Macri superaba por 8 votos la mitad.
Como fiscal de Ibarra pedí el recuento de los votos, pero esta vez separados en pilas de a 10. El suplente se ocupó de formar las pilas de a diez. Formó 15 pilas y sobraron 3 votos. Contó: 15x10 es igual a 150, más 3, igual a 153. Ganó Macri, dijo. Le dio más todavía que al Presidente. Uno contó 148, el otro contó 153.
Cuando el Suplente contaba las pilas yo iba contando en la mente siguiendo con la vista cada vez que ponía un boleta de la pila. Y descubrí que en lugar de poner 10 boletas, ponía nueve; así con todas las pilas.
Entonces dije que ahora había que contar en voz alta de nuevo todas las pilas. El Suplente comenzó y se paró en nueve. Le dije que tomara una boleta de la segunda pila, la pusiera en la primera y contara la segunda, contó hasta 8 y bajó la cabeza de la vergüenza. Así hasta que en la pila 10 ya no había ninguna boleta. Le dije que tomara la pila 11 que ahora era la pila 10 y siguió como antes hasta llegar a tener 13 pilas en lugar de 15, y sobraron 8 boletas. Trece por diez es igual a 130, más 8 que sobraron, son 138.
No eran ni 148, ni 153, eran 138, con lo que Macri no alcanzó a la mitad, y por lo tanto ganó Ibarra.