10 de abril de 2011

10 de abril: estas cosas antes no pasaban

Secuestran, asaltan y golpean a Nik del diario "La Nación".

Dos desconocidos lo encañonaron y lo obligaron a subir a su propio auto · Le pegaron un culatazo en la cabeza · Aún no está claro si fue solo un robo, o si se trató de una intimidación
.

El caricaturista político del diario La Nación, Cristian Dzwonik, conocido como Nik, fue asaltado, golpeado y mantenido cautivo en su auto por dos desconocidos que poco después lo liberaron.

"Fue todo muy confuso", dijo Dzwonik, al regresar a su domicilio. "Lo que sí está claro es que querían robarme, pero también sabían perfectamente quién era", agregó en declaraciones a Clarín. "Dejá de hacer las boludeces de siempre", le dijeron los asaltantes, lo que llevó a Nik a pensar que conocían su actividad y que se trataba de una intimidación.

Según narró a Clarín, Dzwonik regresaba a su casa en la calle Monte al 4000, en el barrio de Floresta, luego de llevar a su novia hasta su casa. Faltaban 10 minutos para las tres de la tarde cuando los dos desconocidos lo encañonaron cuando llegaba en su automóvil, un Renault 9 color celeste. Su hermano Hernán, de 20 años, alcanzó a ver que lo atacaban y aunque le apuntaron con un arma huyó corriendo en busca de ayuda. Los asaltantes "según el relato de Nik" intentaron entonces dispararle, pero al parecer el arma sufrió un desperfecto y la bala no salió. "Llévense el auto, llévense todo", les dijo Nik sin oponer resistencia. Pero fue obligado por los hombres a subir al auto mientras uno de ellos conducía. A las pocas cuadras, los asaltantes le preguntaron el camino que conduce a Ezeiza. Nik les dio una indicación errónea y recibió un culatazo en la cabeza. Los delincuentes condujeron sin un destino fijo durante unos quince minutos y finalmente liberaron al dibujante en el cruce de la avenida General Paz y Riccheri. Tras ser liberado, el dibujante hizo la denuncia en la comisaría 40, que corresponde a su domicilio, y colaboró para realizar un identikit de sus captores, que actuaron a cara descubierta. Sin embargo, poco pudo ver de ellos ya que mientras lo retenían en el auto lo mantuvieron en el asiento delantero del acompañante con la cabeza entre las piernas. "De ahora en más portate bien", dijo Nik que le advirtieron. Los asaltantes huyeron en el auto y hasta anoche la Policía no tenía más datos sobre ellos. Hasta última hora, el dibujante prestó declaración en la comisaría, fue revisado por médicos y le hicieron una radiografía de cráneo para constatar si tenía lesiones debido al culatazo. El ministro del Interior, Carlos Corach, se interesó personalmente por su estado y le asignó una custodia policial en su domicilio. La causa quedó caratulada como hurto, privación ilegítima de la libertad y lesiones y quedó radicada en el Juzgado 17 en lo criminal de instrucción del juez Carlos Rodríguez Lubari.

Esto sucedió el 10 de abril de 1996

Ilustrando las soberanas boludeces que hace NIK en La Nación, se ve que los asaltantes sabían de lo que hablaban, y encima Nik lo afirma. Imaginate, a Néstor no le quedó ningún amigo...!!!

¡Cómo te equivocaste Nik!
¡Seguí haciendo las boludeces de siempre!
Y también quejate de la seguridad,
cosa que antes no pasaba.

El soldado desconocido que apeló inútilmente a la cruz de su cuello

Cuando un actor o un cantante quiere motivarse desde el escenario, elige entre los espectadores a uno en especial, y actúa o canta sólo para él. Esa es la forma que tiene de humanizar a ese compacto abstracto llamado "público", que está sentado en la platea del teatro.

Cuando pienses en Malvinas, animate a pensar en algún soldado en especial, para tomar la temperatura del drama real. Porque cuando pensás en un colectivo victimizado, perdés la noción del drama real. El drama colectivo tiene entidad real cuando se acumulan una a una las historias personales que resultan de la misma intensidad dramática. Pero si empezás a pensar en términos colectivos despreciando la anécdota, vas a tener tendencia a conceptualizar, lo que es un ejercicio racional y desapasionado muy importante, pero que se aleja peligrosa e innecesariamente de la realidad en su completa dimensión.



¿No conociste a ningún soldado de Malvinas? ¿No tenés en la memoria la cara, la voz, o el nombre de ninguno? Ya te conté la historia de Roque, un soldado que murió en el Belgrano. Pero te puedo agregar la historia de otro, que murió en la isla, y quedó enterrado allí, en el cementerio argentino.

Nadie puede decir el nombre del soldado cuyo triste final te voy a contar para que pienses en él. Nadie lo reconoció. Si tiene padres que van a llevarle flores a las Malvinas, ellos no sabrán cómo murió. De él sólo quedaron dos fotos, donde apenas "se adivina una cara de pómulos altos, y un ligero aire aindiado, rígida por la muerte", como relata Adrian Weale, que junto a Christian Jennings, publicaron el libro "Muchachos de ojos verdes". En la foto, está apoyado sobre otros cuerpos de soldados argentinos muertos, con un fusil que se ve detrás de él.

A este soldado argentino le tocó toparse con un soldado inglés cuyo nombre es Gary Sturge, paracaidista. Fue en Monte Longdon, ante por lo menos doce testigos ingleses.

El soldado argentino había sido herido en el pie o en la pierna, no se sabe, por el paracaidista Alec Munro, en el último momento del asalto de la compañía "A", al final de la batalla. Munro estaba junto a Sturge. Munro indicó a Sturge que se hiciera cargo del soldado argentino herido, y esperara indicaciones de qué hacer con él.

Hacia un costado de Sturge, estaban formando en fila a los soldados argentinos prisioneros, y hacia el otro costado, iban poniendo en fila los cuerpos de los argentinos muertos. Sturge, impaciente, le preguntó a Munro qué hacía con el soldado. Y recibió una respuesta que podría considerarse ambigua, pero sólo para una mente perversa: ponelo en fila con los demás.

En fila estaban los prisioneros, pero también en fila estaban los muertos. Si la respuesta de Munro fue ambigua, Sturge tuvo oportunidad de pensar que si el soldado argentino estaba vivo, debió ir a hacer la fila con los vivos. Pero eligió por el grupo de los muertos.

Sturge llevó al soldado contra una roca y sacó una pistola de las que habian recolectado en el búnker de oficiales argentinos. El prisionero se dio cuenta de que iba a ser ejecutado y comenzó a gritar con palabras que nadie de los allí presentes entendió, dicen los testigos ingleses. Como esfuerzo desesperado por hacerse entender, el soldado argentino tomó el crucifijo que colgaba de su cuello y se lo mostró a Sturge. Sturge simplemente disparó. El soldado argentino quedó con los demás, en la fila de los muertos.

Los ingleses testigos presentes creyeron interpretar al soldado argentino mostrando el crucifijo. Ellos relataron que quiso hacer entender a Sturge que al ser ambos cristianos, por eso no debía dispararle.

Pero el crucifijo al que apeló en desesperación el soldado argentino, tiene además otros significados universales: es la apelación a la piedad, a esa piedad que debe tener un cristiano con otro ser humano, sea cual fuera su religión. Podemos pensar que además de mostrarse como cristiano, el soldado argentino quiso enfrentar a Sturge con la cruz, esperando que un cristiano reacciones ante su fé.

El acto final de este soldado argentino, fue poner en combate el arma más sofisticada de lo simbólico, con mayor idoneidad que la de los militares argentinos cuyos símbolos no superan el nivel de lo pedestre. En esa batalla ganó el soldado argentino que resultó muerto. Le ganó al inglés en humanismo y a los militares argentinos en calidad simbólica.

No debemos sustraernos a ser espectadores sensibles de este último acto de coraje y estrategia, que nada tiene que ver con las armas de fuego y con la guerra. No sabemos su nombre, pero pensemos en él cuando pensamos en la guerra de Malvinas. Así pensaremos en cada uno de los demás, vivos o muertos.

Como escritora de blog que soy, estoy haciendo mi esfuerzo para intentar terminar con Malvinas como el Santo Sepulcro de nuestras tradicionales ilusiones irredentas, porque mientras esa forma de pensar sobreviva, puede llevar en cualquier momento a la desgracia de otros chicos como el que fue ejecutado por una bestia humana como Sturge.

No a la idealización apasionada de la soberanía territorial. Sí al reclamo del derecho, con total racionalidad despasionada. Ayudame a difundir esta idea. Sacále la pasión al tema Malvinas.


El soldado argentino ejecutado en Malvinas