Un video español de la época del franquismo que provoca indignación
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4 de agosto de 2009
MENOS QUE UNA "COSA"
Y por último, la liberación sexual que hubo en la sociedad ha exacerbado la condición de objeto de la mujer en lugar de reducirla. De pronto el ideal de mujer es un ideal de cuerpo preparado para el sexo temprano y para sobrevivir todo lo posible a lo tardío, y a eso se dedican los desvelos de tantas mujeres que quieren convertirse en muñecas de perfección física. O se aislan a un costado, resignadas a perder, las que no lo lograron.
Para colmo la naturaleza desarrolla los pechos y las nalgas siempre que la mujer engorde, pero como se las quiere flacas, la única manera de desarrollar esas partes es dedicándose obsesivamente a la gimnasia y aplicándose cirugías con agregados de siliconas en pecho y nalgas.
Antes de toda esta parafernalia, sólo la naturaleza determinaba quién tenía mucho busto y quién no, quien era hermosa y quién era normal. A pesar de todo las menos agraciadas supieron ganarse su lugar en el mundo social. Se tomaba en cuenta lo que llamábamos "la personalidad". La belleza perfecta era una excepción. El género humano no fue nunca una raza de seres maravillosos salidos de los libros de cuentos. Hoy todas las mujeres parecen hermosas. Y parecen naturalmente bellas, sin mostrar todo el esfuerzo que llevan en hambre, gimnasia y aprendizaje de técnicas para el camuflaje.
Desde que el mercado de la medicina nutricional y en particular de la cirugía entró en la vida de la mujer a ofrecerle hambrear y mutilar su cuerpo, ella corre una carrera demencial contra los kilos y contra su propio y verdadero cuerpo, el que no asume y al que no se resigna.
La publicación gráfica de cuerpos de mujer según el ideal de estos últimos años, es un elemento primordial para desviar los afanes de las chicas, que en lugar de tratar de ser aceptadas como son, buscan parecerse al ideal plantado por una sociedad que condena a la mujer a ser menos que una cosa. La belleza de este tiempo no tiene nada que ver ni con la salud física ni con la salud mental, ni con los ideales que debería tener una persona socialmente valiosa.
Sin cambio en el sistema del machismo, éste se ha profundizado y la mujer tiene que luchar cada vez más en múltiples frentes, donde además su cuerpo ahora es primordial. Ella hoy se dedica al cuerpo como antes se dedicaba sólo alguien que vivía de mostrarlo, que trabajaba en un teatro de revistas, que era una vedette.
Dá tristeza ver cómo se esfuerzan las chicas en las poses antinaturales y sin relax, para sacar el pecho y llevar las nalgas para atrás, curvándose como una serpiente, en una posición que tiene que resultar un esfuerzo de contracción muscular permanente.
Si Victor Hugo hubiera visto lo que pasa en esta época no hubiera escrito El hombre que ríe. Nadie iba a imaginar que la mutilación iba a ser una práctica normal en la vida de la gente que no estaba destinada a divertir a los morbosos paseantes de una fería de monstruosidades. Nadie hubiera pensado que la mutilación física fuera otra cosa que una desgracia.
Hoy vemos las caras de las mujeres sometidas a la cirugía, con sus muecas forzadas, habiendo perdido todo el parecido con el rostro anterior. Los labios hinchados para aumentar su volumen, con esas bocas dispuestas para la lujuria. Vemos los ojos que quedan estirados y un aspecto trágico por detrás de esas caretas artificiales.
Aunque los varones que lean este texto se rían interiormente, satisfechos de la oferta de belleza que circula por todos lados alimentando su deseo, no tienen idea de cuánto están pagando y pagarán por este ideario espartano. No pueden terminar bien las mujeres que se están esmerando hoy por alcanzar el ideal, ni pueden terminar bien los varones que las acompañen. Piensen en sus hijas, sometidas a este vértigo ni bien despiertan de la niñez, a veces antes.
Yo siempre pensé que el futuro sería mejor cada vez para la mujer. Pensé que la mujer se desprendería de su papel de muñeca sometida, como Ibsen presentó a la protagonista de Casa de Muñecas. Pensé que la vida de la mujer tenía un destino de realización personal y elevación sobre la desvalorización de toda la historia. Pero veo que el mundo le tenía preparado un destino bastante infame. ¿Habrá muchas mujeres que eludan este destino? No lo sé, yo sólo veo chicas hermosas, flacas, con busto y nalgas, sean estudiantes de filosofía o ciencias económicas, sean vendedoras de tienda o empleadas de Banco. ¿A qué costo todo ésto?
El sueño era ver a las compañeras salir del papel de muñecas compitiendo por el varón. Soñé con llegar a ver a la mujer por encima del papel de flor que larga perfume y abre los pétalos para atrapar al moscardón. Soñé un mundo donde varones y mujeres tuvieran el mismo valor, y ambos caminaran al mismo ritmo. Pero no fue así. Es una lástima.
Para colmo la naturaleza desarrolla los pechos y las nalgas siempre que la mujer engorde, pero como se las quiere flacas, la única manera de desarrollar esas partes es dedicándose obsesivamente a la gimnasia y aplicándose cirugías con agregados de siliconas en pecho y nalgas.
Antes de toda esta parafernalia, sólo la naturaleza determinaba quién tenía mucho busto y quién no, quien era hermosa y quién era normal. A pesar de todo las menos agraciadas supieron ganarse su lugar en el mundo social. Se tomaba en cuenta lo que llamábamos "la personalidad". La belleza perfecta era una excepción. El género humano no fue nunca una raza de seres maravillosos salidos de los libros de cuentos. Hoy todas las mujeres parecen hermosas. Y parecen naturalmente bellas, sin mostrar todo el esfuerzo que llevan en hambre, gimnasia y aprendizaje de técnicas para el camuflaje.
Desde que el mercado de la medicina nutricional y en particular de la cirugía entró en la vida de la mujer a ofrecerle hambrear y mutilar su cuerpo, ella corre una carrera demencial contra los kilos y contra su propio y verdadero cuerpo, el que no asume y al que no se resigna.
La publicación gráfica de cuerpos de mujer según el ideal de estos últimos años, es un elemento primordial para desviar los afanes de las chicas, que en lugar de tratar de ser aceptadas como son, buscan parecerse al ideal plantado por una sociedad que condena a la mujer a ser menos que una cosa. La belleza de este tiempo no tiene nada que ver ni con la salud física ni con la salud mental, ni con los ideales que debería tener una persona socialmente valiosa.
Sin cambio en el sistema del machismo, éste se ha profundizado y la mujer tiene que luchar cada vez más en múltiples frentes, donde además su cuerpo ahora es primordial. Ella hoy se dedica al cuerpo como antes se dedicaba sólo alguien que vivía de mostrarlo, que trabajaba en un teatro de revistas, que era una vedette.
Dá tristeza ver cómo se esfuerzan las chicas en las poses antinaturales y sin relax, para sacar el pecho y llevar las nalgas para atrás, curvándose como una serpiente, en una posición que tiene que resultar un esfuerzo de contracción muscular permanente.
Si Victor Hugo hubiera visto lo que pasa en esta época no hubiera escrito El hombre que ríe. Nadie iba a imaginar que la mutilación iba a ser una práctica normal en la vida de la gente que no estaba destinada a divertir a los morbosos paseantes de una fería de monstruosidades. Nadie hubiera pensado que la mutilación física fuera otra cosa que una desgracia.
Hoy vemos las caras de las mujeres sometidas a la cirugía, con sus muecas forzadas, habiendo perdido todo el parecido con el rostro anterior. Los labios hinchados para aumentar su volumen, con esas bocas dispuestas para la lujuria. Vemos los ojos que quedan estirados y un aspecto trágico por detrás de esas caretas artificiales.
Aunque los varones que lean este texto se rían interiormente, satisfechos de la oferta de belleza que circula por todos lados alimentando su deseo, no tienen idea de cuánto están pagando y pagarán por este ideario espartano. No pueden terminar bien las mujeres que se están esmerando hoy por alcanzar el ideal, ni pueden terminar bien los varones que las acompañen. Piensen en sus hijas, sometidas a este vértigo ni bien despiertan de la niñez, a veces antes.
Yo siempre pensé que el futuro sería mejor cada vez para la mujer. Pensé que la mujer se desprendería de su papel de muñeca sometida, como Ibsen presentó a la protagonista de Casa de Muñecas. Pensé que la vida de la mujer tenía un destino de realización personal y elevación sobre la desvalorización de toda la historia. Pero veo que el mundo le tenía preparado un destino bastante infame. ¿Habrá muchas mujeres que eludan este destino? No lo sé, yo sólo veo chicas hermosas, flacas, con busto y nalgas, sean estudiantes de filosofía o ciencias económicas, sean vendedoras de tienda o empleadas de Banco. ¿A qué costo todo ésto?
El sueño era ver a las compañeras salir del papel de muñecas compitiendo por el varón. Soñé con llegar a ver a la mujer por encima del papel de flor que larga perfume y abre los pétalos para atrapar al moscardón. Soñé un mundo donde varones y mujeres tuvieran el mismo valor, y ambos caminaran al mismo ritmo. Pero no fue así. Es una lástima.